Si creías que la esclavitud era un término que sólo existía en los libros de historia y que ya no se practicaba, es porque no conoces la historia de una joven mexicana, quien fue atada del cuello, maltratada y forzada a trabajar en una tintorería durante dos años, sin percibir sueldos.
Su cuerpo lleno de cicatrices es testigo de la tortura por la que atravesó. Ahora que está libre, la joven de 22 años pide que la llamen Zunduri, como detalla BBC Mundo. Pero si la viéramos en persona, probablemente no adivinaríamos que está en “la flor de la vida”, ya que la esclavitud la dejó luciendo como una adolescente, pero con los órganos de una mujer de 81 años.
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Su testimonio es impactante: “Me golpeaba muy feo. Me llegaba a golpear con palos, fierros, con lo primero que pudiera estar en sus manos”, confesó en una entrevista a la cadena Televisa. “Había días que no dormía, nada, me obligaba a mantenerme despierta para seguir trabajando”, agregó.

La culpable tras tanta vejación es la dueña de una tintorería, identificada como Leticia Molina Ochoa. También fueron arrestados su hermana, dos hijas y su pareja. La historia de Zunduri se remonta a años atrás, cuando escapó de su hogar y se refugió en el negocio de esta mujer, quien era madre de una ex compañera de escuela.
Inicialmente, fue contratada para planchar ropa a cambio de 18 mil pesos semanales, comida y una cama. Hasta que un día la joven se fue para vivir con su novio, una apasionada relación que no logró mantenerse en el tiempo. Decidió volver a la tintorería, pero ahí… todo cambió.
Tuvo que aceptar más trabajo y menos comida. “A medida que fue aumentando el trabajo yo me sentía más cansada, entonces yo le llegué a quemar varias prendas”, explicó al diario Universal. La jornada aumentó a 14 horas diarias para que ella lograra pagar la deuda. Nunca lo logró, porque seguía cometiendo errores por el cansancio.

Su cuerpo comenzó a llenarse de cicatrices debido a los golpes y quemaduras. Hasta que un día, mientras celebraban el próximo nacimiento de un nieto, Leticia le pidió que bajara a la tintorería porque le tenía “una sorpresa”.
Resultó ser una cadena: “Me puso la cadena en el cuello durante todo ese día. Todo el tiempo, día y noche amanecía y dormía con la cadena. Me decía que no me daría de comer hasta que tuviera el trabajo que exigía. Me dejó sin comer. Lo más que aguanté fue alrededor de cinco días”, detalla.
En medio de la desesperación, “masticaba los plásticos con el que se cubría la ropa”, narró a la televisora. Los masticaba y me los comía”, relata. A veces, se hidrataba los labios con el vapor de la plancha. Nadie nunca la vio, porque estaba oculta tras pilas de ropa y si gritaba, la castigaban con más golpizas.

La semana pasada, finalmente Zundiri escapó en medio de un descuido. Una amiga le ayudó a denunciar el caso ante la justicia. Los captores de la joven están detenidos acusados de trata de personas por trabajo forzado y arriesgan entre 40 a 70 años de cárcel por trata de personas y secuestro… pero nada le regresará la salud perdida ni borrará las cicatrices que cubren todo su cuerpo.