La madre de dos hijos bebía cientos de copas de alcohol por semana, incluyendo vodka al desayuno y cinco botellas de vino por día.
Vicky White murió en julio pasado a la edad de 38 años. Perdió la batalla contra una insuficiencia hepática producto de 25 años de alcoholismo, dejando a dos hijos, Jack, de 17, y Mia de 7 años.
Su esposo, Steve Hough, señala que su mujer no quería beber y que pese a que ella trataba de no hacerlo más, el alcohol siempre lograba controlarla, hasta convertirse en una persona diferente.
“Ella comenzó a beber nuevamente dos semanas antes que muriera y se negaba a tomar su medicación. Sabía por experiencia previa que tratar de detenerla iba a empeorar las cosas”, señalo Hough al medio inglés Daily Mail.
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Esta fue la primera navidad que Vicky no estaba en su casa, y lo único que pidió su hija pequeña fue tener a su madre de vuelta.
El viudo también comentó que llamaron a una ambulancia cuatro días antes de su deceso, ya que la mujer se sentía un poco desorientada. Al momento de su hospitalización ella ni siquiera podía reconocerlo y vomitaba sangre continuamente.
“No quería que los niños la vieran, pero Jack insistió en visitarla“, indica. Minutos después de esa visita, la mujer entró en coma y posteriormente falleció.
Hough aseguró que fue sumamente difícil contarle a sus hijos sobre la muerte de su madre, pero que al mismo tiempo quiere que su historia sea una lección para otros. Pues su mujer comenzó a beber a los 13 años con amigos, y ya para los 18 bebía a diario.
Resulta curioso que Vicky venía de una familia estable y amorosa, y no tenía grandes problemas hasta que se encontró con esta adicción. Y si bien cuando estuvo embarazada de Jack dejó de beber, tan pronto dio a luz volvió a hacerlo.
Cuando conoció a su esposo, en 2004, ella le contó que bebía a menudo pero no le explicó su verdadero problema, por lo que éste pensó que era una bebedora social.
Así fue como comenzó a darse cuenta poco a poco de la situación, cuando era testigo de cómo Vicky podía beberse la mitad de una botella de vodka al desayuno. Ya para el 2011 estuvo cerca de la muerte, pues a esa altura ya bebía en una semana la alarmante cifra de 5 botellas de vino por día. En ese entonces, los doctores tuvieron que drenar 42 litros de líquido de sus órganos, debido a lo hinchada que estaba.
Este año pasó una situación similar pero simplemente no resistió.
“Me siento muy mal por no haber sabido cómo ayudar a Vicky cuando estaba viva, y definitivamente no sé cómo lidiar con todo esto ahora que ella se fue“, sentencia el viudo.