¿Creías que era tan simple como sacar una manzana de un árbol y enviarla a tu supermercado más cercano? No en estos días.
Antes de que compres tus alimentos, estos pasan por distintas manos, cintas transportadoras, químicos y “manitas de gato”. A pesar de que algunos de estos tratamientos son totalmente inocuos, como explican en FoxNews,pero otros sí pueden ser nocivos o simplemente molestos de imaginar cuando estás comiendo.
1) Tus vegetales son encerados
Algunas frutas y vegetales, como las manzanas y pepinos, son enceradas cual tabla de surf. Esto previene machucones, hongos y deshidratación y hace que luzcan perfectas en las tiendas. El profesor Luke LaBorde, profesor de Ciencia de los Alimentos en la Universidad Estatal de Pensilvania, explica que nuestro cuerpo no lo digiere, por lo que no es peligroso. Pero en el caso de querer evitarlo, hay que comprar en mercados locales y fijarse en que la manzana no brille demasiado. Otra buena idea es lavar la fruta con agua y jabón o simplemente pelarla: por muy nutritiva que sea la cáscara, suele ser la barrera donde se alojan los pesticidas y otros productos industriales.
2) Tu salmón es pintado de rosado
El salmón en estado natural suele comer krill (esos pequeños crustáceos que se asemejan a los camarones) y es así como toma su coloración entre naranja y rosada. Pero lo que normalmente comemos es salmón criado en granjas industriales, donde es alimentado con pellets que le dan una tonalidad grisácea a sus tejidos y para que sea vea más bonito, lo “tiñen”.
Aunque el salmón salvaje es más saludable, suele ser más caro y complicado de conseguir, así que tendremos que conformarnos con esto… o conseguir una caña de pescar.
3) Algunas naranjas son teñidas más naranjas
Como el consumidor promedio se deja llevar por los colores, es común que los productores tiñan las frutas de tonos más vivos, como ocurre con las naranjas. El Centro de Ciencia de Interés Público (EEUU) advirtió que esta coloración había producido problemas en animales de laboratorio, especialmente cáncer. Pero la FDA (Administración de Comidas y Drogas de EEUU), dice que es legal utilizarlo. El etiquetado debería advertir la presencia de colorantes, pero por si acaso, la recomendación general es alejarnos de la cáscara: así que cuidado con esos navegados.
4) De hecho, mucha comida es tinturada
Las naranjas y los salmones no son los únicos que pasan por este proceso. Nuestro afán de dejarnos llevar por la vista ha llevado a que las empresas tiñan gran parte de los alimentos que venden. El color caramelo es usualmente añadido al pan envasado, para que luzca como si tuviera más trigo y en algunos cortes de carne; mientras que los colores amarillos se aplican a los pepinillos. A pesar de que no es dañino, su presencia suele ir acompañada de altos niveles de sodio y azúcar, porque se da en alimentos excesivamente procesados que sí o sí deberíamos evitar.
5) Tu pollo toma un baño
El proceso por el que pasa un pollo antes de llegar a tu mesa, no es muy bonito: después de ser decapitado, debe ser enfriado, así que lo hunden en unos enormes tanques llenos de agua fría y sanitizante. Otra costumbre poco saludable de los productores de aves, es inyectarle agua con sal a la carne para que sea más sabrosa. Así que si tienen ganas de bajar el consumo de sodio, quizá la mejor idea sería comprar pollo de campo… o directamente, volverse vegetariano.