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Mariela Sotomayor, periodista, se unió a los peregrinos en el Santuario de Lo Vásquez, recorriendo 92 km en 22 horas con más de 84 mil pasos. Motivada por su conexión con Dios y la recomendación de una amiga, vivió momentos difíciles en el camino, con dolor en pies y rodillas. A pesar de todo, al llegar al santuario, expresó emoción y encomendó a sus hijos a la virgen con peticiones especiales.
Desarrollado por Bío Bío ComunicacionesMariela Sotomayor fue parte de los miles de peregrinos que llegaron este 8 de diciembre hasta Santuario de Lo Vásquez.
La periodista decidió caminar los 92 kilómetros para llegar hasta el lugar, relatando los duros momentos que vivió en el camino. En concreto, se demoró cerca de 22 horas en completar la misión, con más de 84 mil pasos.
"La idea de ir a peregrinar nació de que desde hace un tiempo siento que he ido construyendo una relación muy especial con Dios. Yo crecí en medio de esta creencia, durante muchos años pude cultivarla, pero por cosas de la vida y mi contexto, siento que volví a retomar esta conexión", partió señalando a La Hora.
"A la virgen siempre le he encomendado a mis hijos y un día hablando de esto con la persona que trabaja en mi casa, mi adorada señora Cecilia, ella me contó que junto a sus hermanos iban todos los años desde hace 15 años y ahí le dije que yo quería ir", agregó.
De hecho, comentó que en el camino aprovechó de meditar y llevó una libreta para escribir sus pensamientos.
Si bien al principio todo andaba bien, con el correr de las horas Mariela fue sintiendo el cansancio. "A medida que avanzábamos tramos largos, el dolor en mis pies era tan grande que cada cierto rato tenía que parar, me afirmaba en las barreras de la carretera para descansar un poco y me sacaba las zapatillas un rato", explicó.
De hecho, expresó que "me tuve que poner doble calcetín y parches para evitar el roce que se sentía a ratos como pinchazos, me quemaba. El dolor en las rodillas era algo que me esperaba porque hace un tiempo me duelen debido a una caída que tuve en la escalera de mi casa".
Finalmente, evidenció su emoción cuando llegó al santuario. "Fue algo súper emocionante, me paré ahí donde uno espera la bendición con agua bendita y aproveché para decirle a Dios 'aquí estoy, llegué'".
"Luego a la virgen le volví a encomendar a mis niños, cada uno con sus peticiones que yo llevé en nombre de ellos, les conté antes de salir a lo que iba y les dije que podían mandar un recado a la virgen", cerró.