Xuxa, la icónica presentadora infantil de Brasil, hizo un repaso por su trayectoria y reconoció que, de alguna manera, avaló estándares de belleza poco saludables en su programa.

Quien alguna vez brilló como la estrella máxima de dicho país, hoy expresa un sincero arrepentimiento por su pasado.

Aunque en su época fue admirada, admite que gran parte de sus acciones en pantalla causaron daño. La recordada presentadora infantil reconoce la influencia negativa que tuvo en la autoestima de sus jóvenes seguidoras, en un país tan diverso que atraviesa una revolución cultural.

Generaciones enteras de niños disfrutaron de sus programas matutinos, donde no faltaban los juegos, la música y el baile. “Yo venía a ser la muñeca, la niñera, la amiga de estos niños”, recordó en una entrevista con The New York Times.

“En los años 80, no podías encontrar una telenovela en la que la empleada no fuera negra”, reflexionó la cantante. Entonces llegó ella: blanca, rubia, alta, con piernas largas; y todos la adoraron.

Sin embargo, no todo era color de rosa para la animadora. También estuvo sometida a los cánones de belleza desde temprana edad, llegando a sentirse como un objeto: “Desde pequeña me veían como un pedazo de carne”.

“Una muñeca tiene que tener el pelo largo”, le dijeron. Además, confesó que tuvo que perder peso y someterse a cirugía plástica. En ese sentido, afirmó que “no es culpa del show de Xuxa, es culpa de todo lo que nos transmitían como normal“.

 

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A pesar de tener una audiencia diversa y mestiza, Xuxa era descendiente de inmigrantes italianos, polacos y alemanes, lo que la aproximaba a las princesas y muñecas que dominaron la cultura pop en los años 80.

“Ahí llegué yo: blanca, rubia, alta, piernas largas. Creo, por lo tanto, que tal vez por eso tuve mucho éxito en esa época“, expresó.

Mirando hacia atrás, sobre el estándar de belleza que representó para la juventud, la chica rubia que usaba faldas cortas y botas hasta los muslos, ahora reconoce que en su momento no lo percibía como un problema.

“Hoy sabemos que está mal… Madre santa, qué trauma les puse en la cabeza a algunos niños. No fui yo quien lo decidió. Pero lo avalé. Le puse mi firma”, confesó.