Este lunes 5 de junio se emitirá por las pantallas de Mega el último capítulo de Hijos del Desierto, que sin duda dejará impactados a los televidentes. Para adelantar el gran final, en Página 7 te contamos cómo terminan los tres grandes villanos de la teleserie.
Recordemos que el penúltimo episodio nos mostró cómo Gaspar se enteró de su verdadero origen, ya que Eloísa le contó que sus verdaderos padres murieron en la matanza obrera de Iquique, y que su hermano Pedro lo había buscado toda la vida.
Justo entonces, Ramírez y su banda irrumpen en la casa de los Sanfuentes Williams, y el protagonista se entera de toda la verdad, enfureciendo todavía más.
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Gregorio se esconde en su despacho, dispuesto a escaparse con el dinero y encontrar a Margot. Pedro lo detiene a tiempo, y el capitán le ofrece una recompensa a cambio de su libertad, pero sin éxito.
“Si tú te robaste a mi hermano, quiere decir que asesinaste a mis padres“, dice Ramírez, apuntándolo con su arma.
“Yo recibía órdenes, nada más”, le responde Sanfuentes.
“¿Órdenes? Matar a mujeres y a niños, ¿esas eran tus órdenes?… Robarte a mi hermano, a un niño, ¿también eran órdenes?“, cuestiona alterado el líder de la banda.
Gregorio Sanfuentes
Aunque quiso justificarse y aseguró estar arrepentido de algunas decisiones que tomó en el pasado, el personaje de Francisco Melo dijo que era “un hombre de honor”.
“Yo nunca mataría a un hombre de honor. Así que, si eres valiente como dices, pégate tú mismo un tiro en la cabeza y ahórrale a tu familia la vergüenza de verte arrancar como una rata“, le ordena Pedro, alcanzándole un arma para que acabe con su vida.
Y aunque al inicio se apunta la frente, el ex líder de la marina rápidamente gira su mano y jala el gatillo para matar a Pedro, sin imaginar que él le había sacado antes las balas a la pistola, advirtiendo que Sanfuentes haría trampa.
Por lo mismo, descargó su propia arma en el cuerpo del hombre que le quitó a Manolito en Santa María de Iquique, 30 años atrás.
“Esto es por mis padres, por el hermano que me robaste y por toda esa gente humilde que mataste en el norte”, le dice con los ojos llenos de lágrimas, abandonando el despacho y el cuerpo inerte de Gregorio.
Cornelius Bormann
En su casa, Cornelius Bormann recibe la visita del prefecto Hidalgo, quien comenta “la tragedia” ocurrida en casa de los Sanfuentes Williams.
Posteriormente, le dice que recibió una carta de Hipólito Cárdenas, donde le relata los acontecimientos ocurridos el último año en Valparaíso, sobre todo el avance de la red nazi en Chile y el asesinato de la detective Sara Levi.
“Quiero que coopere con la investigación y así pueda optar a una pena menor”, le indica.
“¿Una pena menor? ¿A cuántas personas como yo, gente decente, con plata, millonaria, ha visto usted en la cárcel en Chile? Nosotros vamos a dejar a la gente en la cárcel, pero nunca nos quedamos ahí”, responde burlón el alemán.
“Este asunto de la igualdad ante la ley, son parte de los discursos políticos cuando quieren ganar una elección… Sigue viviendo en tu mundo de fantasía, concha de tu madre, y déjame trabajar a mí, generar plata para las personas, que es la única forma de surgir”, le grita después.
La justicia divina
“Tal vez tenga razón en algo, Bormann. La gente como usted suele quedar impune de sus crímenes. La justicia de los hombres rara vez los alcanza, pero hay otra justicia, una de la cual no se puede escapar. Tal vez más lenta, más sutil, pero implacable”, le dice Hidalgo antes de retirarse.
Entonces, el personaje de Marcelo Alonso abre el telegrama que acaba de recibir, y se entera de que su hija Josefina se quitó la vida en Berlín, y que ese mismo día por la tarde su cuerpo será enterrado en Alemania, lejos de él.
Tras un largo momento de silencio y llanto contenido, el hombre pierde la razón y hace una llamada a su naviera. Mientras le grita a la persona al otro lado del teléfono, saca el revólver de su escritorio y se pega un disparo en la boca.
El solitario final de Antonia en Hijos del Desierto
En las escenas finales, vemos un salto en el tiempo de 7 años. Es 1945 y el periódico anuncia el fin de la guerra en Europa y la muerte de Hitler.
La mansión de los Sanfuentes Williams está casi vacía. Ahí solo viven Antonia y Ester, quien quedó como su única compañía tras salir del sanatorio, con claras secuelas físicas por las torturas que vivió en ese horrible lugar.
Pero quien terminó por enloquecer realmente fue el personaje a cargo de Paola Volpato, quien sigue dándole instrucciones al ama de llaves, pidiéndole que le prepare un vestido y un bolso para viajar a Santiago.
“Seguramente la Embajada hará una recepción para celebrar la victoria. Voy a invitar a Gaspar. ¿Ha venido?”, le pregunta.
“Hace 7 años que su hijo no viene a verla”, le responde Ester.
Con la mirada perdida, Antonia fuma un cigarro y acaricia a uno de sus gatos, sin percatarse de que su empleada ha hecho las maletas para irse de la casa, dejándola en completa soledad.