Una gran labor es la que realiza actualmente María Isabel Indo, conocida popularmente como Chabe en su paso por el programa juvenil Mekano.

Lo anterior, ya que la bailarina trabaja en Siquem, un refugio de orientación cristiano ubicado en Isla de Maipo, que acoge a mujeres que se recuperan de adicciones.

A sus 44 años, la mujer reflexionó en entrevista con LUN cómo orientó su vida luego de desempeñarse durante tres años como monitora en el recinto.

“Tengo el don de escuchar y esta labor me hace sentir plena. Como necesito más preparación, en abril inicio las clases de mi segundo año en la carreta de técnico en prevención y rehabilitación en la Usach”, señaló.

En ese sentido, Indo remarcó que ayudar ha sido algo que la ha motivado desde pequeña, y que incluso pensó en estudiar psicología.

“Tenía 17 años y sentía que la tele duraría poco, pero me quedé mucho tiempo. Cuando entré a Mekano lo vi como una posibilidad de financiar mi carrera de teatro. Siempre me sentí ajena al mundo de la tele”, dijo.

La profunda depresión de Chabe Indo


Por otra parte, María Isabel señaló que estar en televisión no fue la respuesta, ya que pasó “muchos años de depresión, desde que era niña y se me fue desarrollando por distintas circunstancias de la vida”.

“Estaba dañada, sentía un vacío emocional que me llevaba a evadirme trabajando mucho, dedicándome fuerte al trabajo o aferrándome a mis pololos, e incluso se me murió uno, Zeta (el bailarín brasileño José Zeta Matos, en un accidente de moto en 2006). Uno confía demasiado en las personas, pero hasta los amigos fallan”, agregó.

No obstante, Indo remarcó que de todas formas tenía momentos felices “pero si me preguntas, la fama no es nada, no importa”.

Lo anterior, ya que “todo cambió hace 11 años cuando nació mi hija Isabella. Los médicos me habían encontrado problemas de salud que supuestamente me impedían ser madre, pero me embaracé y fue un milagro”.

Más allá de la televisión

Voluntariados en los call center del Hogar de Cristo y en las Aldeas S.O.S fueron algunos de los motivos que los llevaron a tomar la decisión.

De hecho, Chabe afirma que “Dios me sanó”, pese a no considerarse una persona religiosa. “Muchas de las mujeres que llegan acá necesitan de contención emocional y se merecen una nueva vida”, señaló.

“Entran por su voluntad a un programa de nueve meses en que deben luchar para cambiar sus vidas. Yo las llamo guerreras porque luchan contra la abstinencia y luego deben perdonarse a sí mismas”, dijo.

Y finalmente sentenció: “Participan en talleres de panadería, artesanía, deportes y leemos la Biblia para aprender de ella. Yo soy monitora y también les cuento de mis experiencias, aunque también he aprendido mucho de ellas”.