La serie mexicana El Chavo del 8, debe ser sin duda una de las producciones más exitosas y recordadas en Hispanoamérica. Creada y protagonizada por Roberto Gómez Bolaños, logró encantar al público con la historia de un niño huérfano que cometía hilarantes travesuras en una vecindad de la capital azteca.
Sin embargo, no todo fue diversión en la vida del protagonista. Esto ya que enfrentó crudos momentos antes de encontrar un lugar definitivo donde vivir. Así lo revela su propio creador, en el libro titulado El Diario del Chavo del 8.
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En esta publicación de 1995, Gómez Bolaños desclasifica los orígenes del particular personaje que quedó grabado en la memoria colectiva de toda una generación.
Abandonado por su madre
En primer lugar, debes enterarte que el verdadero nombre del Chavo era Rodolfo Pietro Filiberto Raffaello Guglielmi. Según revela el escritor, la madre del niño lo dejaba encargado en una casa, para poder irse a trabajar.
“Lo malo era que la pobre llegaba muy cansada de tanto trabajar, y cuando decía que iba a recoger a su hijo le preguntaban: ‘¿Cuál es?’, y ella respondía: ‘No sé; uno de esos’, y entonces le daban el niño que tenían más a la mano”, relata en el libro.
“Un día mi mamá no pasó a recogerme, y los demás días tampoco”, cuenta en primera persona el personaje, quien posteriormente fue llevado a un orfanato.
En ese lugar, recibió golpes y castigos por parte de la encargada principal del recinto. “A mí una vez me sacó sangre de la nariz y luego se enojó porque manché mi ropa con la sangre, y después me castigó dejándome un día sin comer”, relata el Chavo, quien incluso señala que su mejor amigo falleció producto de una enfermedad.
Tanta fue la desesperación del menor, que le pidió a la encargada que lo dejara ir, a lo que ella aceptó. “Anduve caminando por muchas calles que no conocía (…) Un día llegué caminando hasta un callejón que estaba muy oscuro, y empecé a sentir miedo”, cuenta.
Su vida en la calle
De acuerdo a la historia de Gómez Bolaños, tras escapar del orfanato, el Chavo llegó a un sitio eriazo donde conoció a otros niños en situación de calle. En ese lugar, aprendió a hacer malabares para pedir dinero en los semáforos. No obstante, también estuvo expuesto a las drogas.
“Yo también le di una chupada (al cigarro), pero me dio muchísima tos (…) También tenían una bolsa de plástico, la cual tenía algo dentro; algo que olía parecido a como huelen los talleres donde pintan carros”, detalla el personaje.
Posteriormente, uno de los niños de su grupo murió atropellado. “Conejo que estaba ahí en el pavimento, sin moverse y todo lleno de sangre”, describió el niño sobre el hecho que lo dejó helado y lo hizo escapar de ese lugar.
La llegada a la vecindad
Si bien en la serie mexicana se muestra que el personaje llega solo a la vecindad y es recibido por Don Ramón y la Chilindrina, el libro de Gómez Bolaños plantea otro inicio a la historia.
“Un día iba yo por otra calle que no conocía, cuando empezó a llover mucho. Entonces me metí a una vecindad. Y desde entonces he vivido ahí”, narra el Chavo.
Fue en ese entonces cuando conoció a una señora que vivía en el departamento número 8. La mujer de avanzada edad que sufría Parkinson, lo acogió en su hogar como si fuera su nieto.
“Un día llegué a la vivienda y me di cuenta de que ya no le temblaban las manos; y toda ella estaba quietecita, quietecita”, detalla inocentemente sobre la muerte de la solidaria anciana.
Fue desde ese entonces, que el travieso personaje se quedó viviendo en la vecindad que todos conocemos. En este punto iniciaría la historia llena de travesuras que se popularizó a través de la pantalla chica.