Si yo fuera rico era una teleserie que prometía encantar a los televidentes con una trama en la que no se había profundizado (sí visto) antes: chilenos ganadores de un premio millonario.
De esos compatriotas que ves en la calle todos los días, que juegan sagradamente su Loto, siempre los mismos números cabaleros, y todo para cumplir el sueño dorado de ganarse millones de pesos y cambiar su vida.
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Aunque no fue una producción que la rompiera en el horario de las ocho, como fue Pitucas sin lucas, sí tenía su público cautivo que la seguía a diario, porque además de mostrar la realidad de tres nuevos ricos, tenía al llamativo personaje de Eric Ferrada (Daniel Muñoz), un asesor financiero claramente inspirado en Rafael Garay y Alberto Chang.
Tras casi 9 meses de emisión, la producción llegó a su fin este martes, término que fue anunciado con bombos y platillos por Mega, sin embargo, no fue del gusto de muchos ¿Por qué?
Por una extraña razón que desconocemos, la estación de Bethia tiene la costumbre de dejar historias inconclusas (Perdona Nuestros Pecados y Tranquilo Papá), como si quisiera dar una esperanza de que habrá una segunda parte que nunca se concreta, y solo termina ganándose el repudio de los televidentes.
¿Qué pasó con Dante, Antonia, Mónica, Begoña y la relación de Rubén y el compadre Inostroza (del que nunca supimos su nombre)? A los televidentes de teleseries nos gusta cerrar ciclos; para nosotros el final es saber que Juanito se queda con María, que el villano pagará por sus fechorías y ojalá un cierre con música empalagosa, de esas a las que nos tenía acostumbrados TVN en sus buenos tiempos.
Si yo fuera rico hizo lo opuesto. Dejó todo en “medias tintas”, ya que historias como la del sobrino de Ferrada (Simón Pesutic) que era uno de los protagónicos quedó en nada o Antonia (Katyna Huberman), una de las villanas que engañó a todos, desapareció sin saber qué pasó con ella, y para sumar quiso innovar dejando la historia de Nelson Peña (Jorge Zabaleta) en un ¿habrá ganado el Loto de nuevo? esto, tras mostrarlo al final de la teleserie revisando un boleto y cuando quedaba el último número para saber si sería millonario nuevamente, apareció el “Fin”… con qué idea, no sabemos, porque si era para dejar “una segunda parte”, no, la trama no daba para tanto.
No era una historia profunda que te dejara enganchado, sino más bien era livianita para la hora de once, ideal para que tuviera un cierre redondo y todos quedaran contentos, ¡pero no!, jamás sabremos qué pasó con el Farkas de Renca, ninguno logró recuperar el premio que le robaron, pero dejó como moraleja de que “el dinero no hace la felicidad”, una frase que hemos escuchado desde chicos.
La idea era que todos los villanos pagaran por sus maldades y que los buenos quedaran con su dinero y sus amores ¡eso queríamos!
A mí parecer las teleseries vespertinas logran un éxito cuando tienen dos factores: reflejan al televidente y cumplen sus aspiraciones o expectativas, y en esta producción, solo se quedó con un título que prometía mucho y cumplió poco.