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Durante tres décadas, Dennis Rader fue un respetado ciudadano en Wichita, Kansas, pero ocultaba ser BTK, uno de los asesinos en serie más crueles de EE.UU., responsable de diez asesinatos entre 1974 y 1991. Tras años de terror en la ciudad, Rader dejó pistas que lo llevaron a ser arrestado en 2004. Condenado a cadena perpetua, su hija lo describe como un anciano frágil que se está pudriendo por dentro, cortando todo contacto con él.

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Durante tres décadas, Dennis Rader fue un ciudadano modelo en Wichita, Kansas: líder de los boy scouts, presidente de la Iglesia Luterana y padre ejemplar.

Según Infobae, nadie sospechaba que detrás de esa fachada se escondía BTK (bind, torture, kill, que en español se traduce a atar, torturar y matar), uno de los asesinos en serie más crueles de EE.UU.

El hombre aterrorizó a la ciudad con diez asesinatos entre 1974 y 1991.

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Vigilaba a sus víctimas, las ataba, torturaba y mataba. Después se burlaba de la policía enviando cartas firmadas con sus siglas.

En 1991 decidió dejar los asesinatos, pero no de presumir: se despidió con una carta asegurando que nunca lo atraparían. Y así fue, hasta que en 2004 un diario local publicó que “nadie se acordaba del BTK”.

Su ego no soportó el olvido y cometió su error fatal: volvió a mandar pistas.

Una de ellas fue un disquete con fotos. Rader creyó que estaba limpio, pero un archivo oculto lo delató: la pista llevó directo a su iglesia. El FBI tiró del hilo y lo arrestó frente a su familia, que no sabía nada.

Sin escapatoria, confesó los diez crímenes y fue condenado a cadena perpetua.

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Su hija Kerri cambió su apellido, cortó contacto y hoy lo define sin rodeos.

“Es un anciano frágil de 78 años que va en silla de ruedas. No sentí nada cuando lo vi. Da la impresión de que se está pudriendo por dentro”, explicó.