La vida de Katherine Orellana Soto parece haber cambiado radicalmente a sus 41 años, luego de un periodo en el que estuvo en el ojo del huracán por sus problemas con las adicciones y hacer noticia por sus conflictos, más que la música que realizó con éxito en su paso por Rojo, fama contra fama.

En entrevista con La Cuarta, comentó cómo cambió su rutina tras pasar por un proceso de rehabilitación del alcohol. “Curada tomé la decisión, me fui con una caja de vino para el centro. Es tan cuática la adicción que uno, en definitiva, sabe que la está cagando (sic), pero tan empantanado que quieres salir y no puedes, porque el cuerpo te lo pide”, indicó.

Despertar, ducharse, maquillarse, vestirse, leer un versículo de la Biblia y meditar antes de llevar a su hijo Facundo, de once años, al colegio, es parte de lo que realiza diariamente la denominada “Morenaza de Rancagua”.

“En rehabilitación me deshabitué tanto de lo que yo era, y me habitué tanto a conocer quién soy en realidad, que en el camino me di cuenta que no me conocía nada, que sólo era una persona construida en base de puros cumplidos de la gente, ¡no de mis cumplidos!”, comentó la cantante.