En enero de 1916, la sociedad santiaguina se estremeció con el crimen de un acaudalado empresario, a manos de su joven esposa, Corina Rojas (21).

Se convirtió en la primera mujer condenada a muerte en Chile, por ser la autora intelectual del asesinato de su marido, 35 años mayor, detalló la sección Fallo Histórico del Poder Judicial.

David Díaz (56) murió acuchillado en la cama de su propia casa, ubicada en la calle Lord Cochrane 338, en pleno centro de la capital, minutos después del término de una fiesta.

Motivada por su romance con Jorge Sangts, su amante y profesor de piano, la joven intentó primero realizar un conjuro para que su marido falleciera, y así la dejara libre y con una abundante fortuna.

Sin poder lograr su objetivo, solicitó la ayuda de la médium Rosa Cisternas, para que la contactara con un hombre dispuesto a cometer un asesinato a cambio dinero.

Ahí entra en la escalofriante historia Alberto Duarte, más conocido como ‘El saco de luche’, quien fue remunerado con $500 de la época.

Con la mencionada fiesta concluida, el sicario, que esperaba al fondo de una pieza, perpetró el crimen tras ser seducido por Corina.

El informe forense dejó en evidencia una profunda herida de cuchillo en el corazón de la víctima, un hematoma en la cabeza y una herida en la mano con la que se cubrió el rostro al sentir el ataque.

Vecinos y testigos pronto revelaron el romance con su profesor, quien terminó delatando a su amada tras el allanamiento a su morada, donde encontraron algunas cartas de amor que se enviaban.

Condena e indulto

Corina fue acusada de ser la autora intelectual del parricidio, mientras que Duarte quedó procesado por homicidio calificado por remuneración y premeditación conocida, y Sangts en calidad de cómplice.

Luego de dos años de juicio, la mujer fue condenada a pena de muerte. Sin embargo, la decisión fue apelada y quedó en manos del presidente de la época.

Finalmente, Rojas fue indultada por el presidente Juan Luis Sanfuentes, librando del pelotón de fusilamiento, detalló una crónica de El Mercurio.

El caso fue tan impactante, que su historia inspiró el primer largometraje argumental del cine chileno, titulado La baraja de la muerte, dirigido por Salvador Giambastiani.

No obstante, vio frustrado su estreno por la municipalidad de Santiago, pues se trataba de un caso que aún no tenía sentencia judicial. Se transformó así en la primera película censurada en Chile.