Vincent Lambert, quien falleció la mañana de este jueves, estuvo tetrapléjico y en estado vegetativo por 11 años tras sufrir un accidente de tránsito cerca de su casa en 2008, acontecimiento que cambió para siempre su vida.

Lambert, murió en el hospital de Reims (nordeste de Francia). “Estábamos preparados para dejar que se fuera”, afirmó a la agencia AFP su sobrino François Lambert. Cabe señalar que el hombre, antes de accidentarse, vivía junto a su esposa y colega Rachel, a quien conoció en el lugar en donde trabajaba como enfermero psiquiátrico en un hospital ubicado en una localidad cercana a la ciudad francesa Reims.

De un segundo a otro, su vida cambió. Según consignó el medio El Clarín, el accidente que tuvo Vincent hace más de una década camino a su trabajo, obligó al francés a quedar postrado en una cama y con irreversibles daños cerebrales, que lo tenían muerto en vida. Apenas podía mover los ojos, por lo cual el contacto con los médicos y sus cercanos era casi imperceptible.

De acuerdo con la información entregada por el medio español El Mundo, Vincent Lambert era el mayor de nueve hermanos. Su padre era médico ginecólogo y su madre, una católica devota. Sus progenitores se casaron años después de su nacimiento.

Lambert y Rachel, tuvieron una hija en julio de 2008. En septiembre ocurrió el accidente que dio un importante giro en la historia familiar. Según el medio citado, la hermana de Vincent, Marie, definió al francés como tímido y sensible, pero a la vez, amante de las sensaciones fuertes y la velocidad.

Ciertamente, el caso de Lambert fue objeto de varios fallos judiciales, debido a la importante discordia familiar en torno a la decisión de si mantenerlo con vida o no. Su situación y controversia llegó a la opinión pública, convirtiendo a Vincent en un símbolo nacional con respecto a la discusión del derecho a vivir, la eutanasia y la muerte digna. Hace ya una semana y tras una larga batalla judicial entre los bandos al interior de su familia, se llevó a cabo la suspensión del tratamiento que lo mantenía vivo.

Sus padres, Viviane y Pierre, católicos devotos, luchaban por mantenerlo con vida, con la ayuda de sus abogados y de varias asociaciones como el Comité “Apoyo a Vincent”. Ellos siempre consideraron a su hijo como discapacitado y no en estado vegetativo y pedían su traslado a un establecimiento especializado.

Por otra parte, su esposa Rachel, su sobrino François y seis hermanos y hermanas denunciaban, por el contrario, un “ensañamiento terapéutico”. Según ellos, Vincent había dicho que prefería morir a vivir en estado vegetativo. No obstante, nunca lo puso por escrito.