Hace más de 10 años, en 2008, muchas personas cayeron en la estafa piramidal de La Célula. Hoy el mecanismo ha sido reversionado y se ha tomado las redes sociales, principalmente Instagram, bajo el nombre de “La Mandala”.
La consigna es la misma: la promesa de conseguir dinero fácil. Basado en un juego, que se ofrece como un sistema de financiación rápido con ganancias de hasta 800%, se crean cooperativas grupales e inversiones informales que atraen a muchas personas que caen, generalmente, por avaricia o apuro económico.
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En la década pasada, en Chile el mecanismo comenzó a tomar fuerza en Concepción y, en esta ocasión, también, desde donde se ha comenzado a expandir a otras ciudades del país.
Su estructura, que tiene forma de mandala, flor o círculo, inicia con una persona al centro, a la cual los otros “pétalos” le depositan dinero, los que a su vez deben invitar a otros dos “pétalos” y así sucesivamente.
Luego la Mandala se divide en dos, sale la persona que estaba en el centro y pasa otra persona al centro que recibe el dinero de los demás, multiplicando el ciclo de manera infinita.
En base a este funcionamiento, la gran promesa es que en algún momento llegarás al centro y obtendrás el dinero de los demás.
Pero en algún momento el esquema colapsa y, según la PDI, apenas el 10% de los participantes ganan dinero, mientras que los demás son estafados.
Leopoldo Pavez, subcomisario de la Brigada de Delitos Económicos, detalló en conversación con BioBioChile que “este tipo de mecanismos defraudatorios consiste en que una persona líder de la estafa recluta personas de su confianza ofreciendo una posibilidad de inversión sin dar mayores antecedentes de lo que se hará con su dinero, indicándole que se va a duplicar en la medida que recluten más personas para el líder”.
Sin embargo, una vez que consiguen el dinero, “desaparecen las personas líderes, para no responder a los inversionistas, y apropiándose de los fondos captados”.
Sin denuncias
De acuerdo al diario La Estrella de Concepción, PDI y Carabineros no han reportado hasta el momento denuncias de estafas de este tipo.
Según el capitán Sebastián Merino, uniformado del OS9 penquista, “los delincuentes se esconden detrás de la fachada de algo normal e inofensivo, pero son personas que usan identidades o cuentas falsas, lo que hace que sea difícil rastrearlos. Por eso es importante que la gente entienda que se trata de un engaño”, advirtió.
Peor aún, admitió que “es muy complejo recuperar el dinero perdido, ya que por un tema de estructura son hábiles para esconderlo usando otras cuentas o cómplices”.