El 29 de julio de 1981 fue un día que paralizó Londres, debido a un evento que acaparó la atención de los medios de comunicación y de la gente.
Esa fecha fue la elegida para el matrimonio de Diana de Gales y el príncipe Carlos, la que se llevó a cabo en la Catedral de St. Paul.
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Este momento de la historia de la realeza británica fue incluido en la miniserie de Netflix de dos capítulos, The story of Diana, donde se muestra la gran expectación que generó el evento.
La boda tuvo más de 500 millones de espectadores y se promocionaba como el “evento televisivo más grande de la historia”.
El vestido de novia
Simón Perry, corresponsal de la revista People, recordó en la producción que el vestido de Diana generó bastante expectación y varios querían conocer detalles antes del día de la boda, como color y textura.
¿Quién estuvo a cargo de la confección? La madre de William y Harry no eligió a un diseñador mega conocido para que trabajara en su vestido, sino a una joven pareja con poca experiencia aún.
Elizabeth Emanuel y su esposo David tuvieron este desafío, luego que la mismísima princesa los contactara. Era la primera vez que confeccionaban un vestido para una boda real, por lo que se expresaron muy emocionados porque además habían terminado hace un año la universidad.
“Podría haber elegido a un diseñador con más experiencia, pero teníamos una visión, queríamos que fuera dramático, algo que la gente no olvidaría. Queríamos que la gente se emocionara por lo bonito que era. Era un cuento de hadas, el vestido de bodas de una princesa”, declaró la hoy reconocida diseñadora británica.
Junto a lo anterior, Elizabeth recordó que “cuando (Diana) llegó a nuestro estudio nos dimos cuenta de lo joven que era, tenía 19 años, era casi una niña”.
Como Lady Di debía hacerse pruebas de vez en cuando, esto generó que hubiese mucha gente a la salida del taller de los diseñadores, y no era solo prensa. “Esperaban horas y días a que ella llegara para una prueba”, se señala en la serie.
“Teníamos que esconder las cosas de la prensa, dejar rastros falsos, incluso revisaban nuestros botes de basura cada noche… tuvimos que poner persianas en todas las ventanas. Cuando comprábamos la tela la pedíamos en blanco y en marfil, para que no pudieran saber de qué color sería el vestido”, agregó.
Pérdida de peso e impasse con su vestido
Sally Bedell Smith, biógrafa real, señaló en la serie que “la mayoría de las novias pierden peso. Ella perdió mucho peso, su modista tenía que ajustar continuamente su vestido. Pasó de tener una cintura de 66 centímetros a 58. Adelgazó la cara, parecía una modelo. Caminaba con más confianza, maduró de repente. Se convirtió en una mujer”.
Llegado el día, la princesa sorprendió con una cola gigante, eran metros y metros de tafetán. “Pensé que nunca terminaría de salir del carruaje”, declaró la periodista de moda Meredith Etherington-Smith.
Pero el material del vestido le generó un inconveniente a Lady Di… y a la diseñadora: se arrugó mucho.
“El tafetán se arruga, es propio de la tela, nos dimos cuenta de que el vestido se había arrugado más de lo que esperábamos. Empecé a arreglar el ruedo del vestido. Fue un momento complicado”, aseguró Elizabeth Emanuel.
Pese a lo anterior, dijo que “con arrugas o no, ese fue mi momento preferido de la boda. Para mí era como una mariposa saliendo de su capullo y esa es su historia. Ella salía a un mundo nuevo, una nueva vida de aventuras. Se transformaba en una hermosa princesa”, finalizó.