Cada día son más las personas que se someten a intervenciones quirúrgicas o cosméticas, con el fin de mejorar aspectos de su imagen con los que no están conformes.
Sin embargo, y aunque antes estos tratamientos se mantenían en reserva, ahora son vistos con mayor normalidad.. No por nada en 2015 se realizaron 21 millones de intervenciones cosméticas quirúrgicas y no quirúrgicas en todo el mundo, según información recogida por T13 desde la Sociedad Internacional de Plástica Estética (ISAPS).
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Tomar la decisión de mejorarse alguna parte del cuerpo pareciera ser algo sencillo, y aunque a muchas personas les cambia la vida para mejor, hay que tener en cuenta que siempre hay riesgos, tanto físicos como culturales.
El mismo sitio recogió tres experiencias de un medio británico, cuyos testimonios dan para pensar respecto a tomar una decisión de este tipo.
Tres casos que no resultaron como esperaban
Primer caso
Tina -nombre ficticio- tiene 24 años y gastó 100 dólares (alrededor de 70 mil pesos chilenos) por un retoque realizado en un salón de belleza, que consistía en algo tan simple como el relleno de labios.
“Fue demasiado fácil. Antes que me diera cuenta ya me estaban inyectando y pensé ‘¡Dios mío, me estoy cambiando los labios!'” y además agrega “se veían horribles inmediatamente después. Tremendamente hinchados. Tan pronto como terminaron la intervención, me fui a mi auto y me puse a llorar. Me sentí como si me hubiera autoagredido”.
Pero eso no es todo, ya que también cuenta que “esa noche sentí el dolor más fuerte que he sentido jamás. Me quedé despierta desde las 02:00 hasta las 05:00 en el baño pendiente del labio, pues temía que estallara. Y sentí vergüenza por haberlo hecho solo por vanidad”.
El mismo estudio ISAPS informa que el retoque -quirúrgico y no quirúrgico- con Botulinum Toxin, fue el más utilizado el año pasado.
Segundo caso
Cuando tenía apenas 23 años, Sharon Dhaliwal decidió modificar su nariz debido a que constantemente la molestaban. “Era una nariz larga con un gancho y el cirujano dijo que podía eliminar la prominencia”, cuenta.
Una vez realizada la operación su ánimo mejoró y se volvió más extrovertida, incluso, cuando se miraba al espejo le gustaba su nueva imagen.
Pero con el paso del tiempo, comenzó a cuestionarse el cambio ya que perdió parte de su identidad india. “Me quité parte de mi identidad. Me molestaba que nadie me dijera que era hermosa aunque tuviera una nariz grande“, se lamenta.
Tercer caso
Una de las operaciones más comunes es el aumento de busto. El informe indica que los 35 mil cirujanos plásticos consultados por ISAPS en 2015, reportaron 1.488.992 intervenciones.
A los 21 años, Sarah -nombre ficticio- decidió ponerse implantes mamarios. Señala que uno de los motivos fue que “estaba muy insatisfecha con la forma en que mi cuerpo se veía. Cuando tenía 13 años desarrollé un trastorno alimentario. Empecé por escoger los pedazos de mi cuerpo que realmente, realmente odiaba. Creo que el principal blanco de mi odio eran mis pechos. A los 18 años decidí que la única manera de estar bien era haciéndome una cirugía estética“.
Ella cuenta que en la consulta médica la persona que la atendió la trató extremadamente bien, por lo que se sintió bastante cómoda. “Me hizo algunas consultas sobre mi salud personal y luego me dio un sujetador deportivo y unos rellenos de silicona. En ese tiempo yo era talla 6 y tenía una estructura muy pequeña. Los rellenos eran de tamaño D y aunque estaba convencida que se veían bien, entiendo la razón por la que no tenía pechos grandes: yo era muy pequeña“.
Sarah estuvo dispuesta a realizar un depósito no reembolsable de 750 dólares (cerca de 500 mil pesos chilenos). Pero lo que no imaginó, fue el dolor que sintió durante semanas que incluso le impedía sentarse en la cama sin ayuda.
A pesar de que todo eso quedó en el pasado y actualmente está conforme con sus implantes, sigue sintiéndose incómoda cuando tiene una nueva pareja sexual. “Siento que es algo que tengo que admitir. Efectivamente soy tan superficial que pasé por todo ese dolor y me gasté todo ese dinero“, indica.