Las mascotas son un integrante más de la familia, de hecho muchas personas ven a sus animales, especialmente los perros, como un hijo y ese cariño se refleja en los cuidados que le dan y en el tiempo que le dedican.
Los lazos que se crean entre las mascotas y sus amos llegan a tal grado que algunas han inspirado películas. Una de las más populares es Hachiko, que cuenta la historia de un akita inu que demostró extrema lealtad a su amo incluso después de que éste muriera.
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Dado que el amor hacia una mascota puede ser tan fuerte como el que sentimos por otro ser humano, es normal que la muerte de ésta genere una fuerte impresión e incluso desencadene un estado de depresión en los amos. Por eso, ante una mascota de edad avanzada y/o enferma, hay que tratar de prepararse emocionalmente para un desenlace fatal evitando aferrarse de tal forma que lo mantengas sufriendo sólo por el gusto de verlo a diario.
Según cita El Mundo, la especialista en terapias asistidas por animales, Carmen Castro, sostiene que “muchas veces alargamos el estado de nuestro perro porque no queremos separarnos de él, pero ante todo hay que tener en cuenta su dignidad. Si llega el momento de la eutanasia, la presencia del dueño les ayuda a estar más tranquilos”. La psicóloga sostuvo que es bueno buscar apoyo y consuelo en personas cercanas para expresar la pena, y que recordar anécdotas ayuda a sentirse mejor.
¿Cómo manejarlo con los niños?
Si para los adultos es complejo enfrentar la muerte de su mascota, más complicado puede ser que los niños lo acepten. Muchas veces se recurre a inventar historias sobre qué ocurrió con el perro, sin embargo esto sólo posterga la verdad ante ellos, lo que además tampoco evita la ausencia de su mascota. Ante esto, la especialista afirmó que es necesario ir desde el principio con la verdad y permitirles expresar su pena.
Contrario a lo que se pueda pensar, no es necesario que los padres oculten su tristeza ante los hijos. Si su mascota fue parte de la familia, el dolor también debe vivirse en familia. Una forma de ayudar a los pequeños a enfrentar esta situación es realizando actividades al aire libre con el fin de focalizar su atención en otras cosas.
Ante la pérdida de un compañero de vida las personas pueden reaccionar de distinta forma, algunos deciden no volver a tener un perro para no pasar por una pérdida similar, mientras que otros optan por traer muy rápido un nuevo integrante. Ambas decisiones son válidas, aunque hay que tener claro que la nueva mascota no viene a sustituir a la anterior.
Para el bien de la nueva mascota y de la propia familia, lo recomendable es esperar a superar la pérdida, de esta forma se puede entregar amor genuino al nuevo integrante de la familia y no algo presionado por el recuerdo de quien ya no está.