Ya son tres semanas las que Camila Recabarren lleva recorriendo África con el objetivo de capturar las mejores y más diversas experiencias para que queden plasmadas en un programa turístico llamado Destinos inexplorados y que pretende ofrecer a los canales.

En este tiempo por allá ha vivido de todo. Experiencia que ha definido como “genial” y con la que se ha llevado muchas sorpresas también, pues antes de conocer ese continente, pensaba que sería “mucho mas pobre e incluso inhóspito”. “Y esa es la gracia, dar a conocer estos lugares que la gente no los considera tan turísticos”, aseguró a La Cuarta desde Islas Mauricio.

Obviamente ha pisado terrenos más exóticos y en ellos ha tenido que probar algunas ‘delicatessen’ como gusanos. “En un mercado los comí, no los había probado. Debo decir que eran como comida de perro, ese era el sabor“, explicó, agregando que reconoce el sabor porque cuando niña probó alimento para mascotas.

También se ha arriesgado a experiencias únicas que no había tenido antes como bucear y conocer un submarino, pero sin duda uno de los episodios que más ha marcado esta aventura ocurrió en Lesoto, donde prácticamente sintieron que tenían que correr por su vida.

“Nos quedamos en unas cabañas que estaban dentro de un safari, y de verdad que pasamos un susto gigante. Nos fuimos a un comedor para la cena y en el lugar no había nada de luz, cero electricidad, por lo que todo cerraba a las 8 de la noche como máximo. Al regresar pasamos el susto de la vida”, partió relatando.


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Igual la he pasado la raja ! Jamás imaginé haber podido conocer tanto tanto de todo en tan poco tiempo

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Camila agregó que los integrantes del equipo que la acompaña “son todos súper cobardes”, por lo que nadie se sentía protegido. Y pese a que en ese sector no había leones ni otros felinos, sí bisontes, gacelas y rinocerontes. “Entonces cuando íbamos caminando en este camino ultra oscuro, de a poco comenzamos a ver pares de ojos que nos miraban. Era como en los monitos animados, y de pronto estábamos todos corriendo, aunque nos habían dicho que no teníamos que hacerlo“, detalló.

Cuando llegaron a la cabaña pensaron que todo había acabado, pero la naturaleza les tenía otro “regalo”. “El gran problema fue que cuando llegamos a la cabaña y creímos que todo había acabado, se presentaron los mosquitos. Quedamos secos, nos picaron por todos lados por no tener repelente, salvo el periodista que sí llevó y no nos prestó”, cerró.