Fue hace algunos días que Cecilia Bolocco reveló que tuvo que dejar de ser vegana debido a que no se estaba sintiendo bien.

“Yo dejé de ser vegana porque se me vino la noche oscura. Después andaba sin energías, me empecé a sentir más o menos mal”, sostuvo en un live realizado en Instagram.

Según ella misma confesó, “me estaba alimentando pésimo, porque comía todo el día puros garbanzos, hummus”. Por esta razón, es que sus médicos le recomendaron ingerir más proteínas.

Para ahondar en el tema, en Página 7 conversamos con Evelyn Sánchez, directora de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad de las Américas.

De partida, la especialista sostuvo que la dieta vegetariana consta de distintos subgrupos, “los más conocidos son vegetariana, lactovegetariana, lactoovovegetariana y vegana. Siendo esta última aquella que excluye totalmente el consumo de carnes (pollo, carne, pescado, mariscos), productos animales (leche, queso, huevos) y también la miel. Solo se permiten, granos, semillas, legumbres, hortalizas, frutas frescas y secas”.

Para adoptar una alimentación vegana hay que tomar en cuenta diferentes aristas, partiendo por la planificación.

“Hace algunos años se tenía la concepción de que el adoptar una dieta vegana era sinónimo de déficit nutricionales. Sin embargo, en la actualidad se ha demostrado que, si la dieta es adecuadamente planificada, equilibrada, balanceada y suplementada, no habrá ningún inconveniente o impacto negativo en la salud”, señaló Sánchez.

En ese sentido, se recomienda que quienes opten por este tipo de alimentación se asesoren por un profesional. Según explica la especialista, “una dieta vegana ha demostrado ser alta en fibra dietética, magnesio, fotoquímicos, antioxidantes, vitaminas C, entre otros. Pero también podría entregar menores cantidades de hierro, zinc, vitamina A, B12 y D, y en especial ácidos grasos omega 3 como EPA y DHA”.

Por lo mismo, es necesario revisar periódicamente los niveles de algunos de estos nutrientes y “siempre suplementarse con vitamina B12”, contó.

Ventajas de llevar una alimentación vegana

La nutricionista sostuvo que existe variada evidencia científica que apunta a que una “dieta basada en alimentos de origen vegetal, bien planificada, es una excelente opción para el bienestar general y una buena salud”.

Asimismo, indicó que en la literatura se establece que este tipo de dietas se asocian con frecuencia a diversas ventajas para la salud, “como menores concentraciones sanguíneas de colesterol, menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y síndrome metabólico, presión sanguínea más baja y menor riesgo de enfermedades crónicas no trasmisibles como  hipertensión y diabetes mellitus tipo 2”.

Pero eso no es todo, también “las personas vegetarianas tienden a presentar un índice de masa corporal (IMC) menor, tasas de cáncer más bajos y menor mortalidad por todas las causas”.

Los datos positivos no son al azar, ya que su buen impacto en la salud “se basa en que este tipo de alimentación tiende a ser bajo en grasas saturadas y colesterol. Además, brinda un aporte considerable de fibra dietética y micronutrientes como magnesio y potasio, vitaminas C y E, ácido fólico y fitoquímicos”.

Eso sí, Sánchez es enfática en destacar que estos beneficios positivos en la salud están sujetos a la ingesta de una dieta vegetariana variada y equilibrada.

“De no ser adecuadamente planificada, existe riesgo de déficit en nutrientes, como proteínas, vitamina B12, calcio, vitamina D, zinc y ácidos grasos omega 3 y sus consecuencias asociadas”, precisó.

Alimentación vegana ¿cualquiera puede adoptarla?

La nutricionista, Evelyn Sánchez, es enfática en decir que con una dieta adecuada de alimentos de origen vegetal, “junto con la asesoría profesional necesaria, niños, jóvenes, adultos y personas mayores podrían cubrir sus necesidades de proteínas y otros nutrientes”.

De hecho, explicó que “en todo el ciclo vital, e incluidos deportistas, se cubren adecuadamente los requerimientos proteicos con dietas veganas equilibradas. Esto, en el contexto de una dieta planificada, que incorpore variedad de alimentos vegetales y que cumpla con las necesidades energéticas individuales”.

Población vegana en Chile

Con el objetivo de analizar el estado nutricional de la población vegana en Chile, la ONG Animal Libre realizó el primer estudio observacional del estado hematológico en personas veganas del país. Lo anterior, determinó que la gran mayoría tienen un estado nutricional normal según Índice de Masa Corporal (IMC).

El estado hematológico también se encuentra en rangos normales, según los exámenes de laboratorio realizados a los participantes.

El estudio analizó la salud nutricional de 65 personas que llevan una dieta vegana en Chile. Hombres y mujeres de entre 19 a 59 años, y logró derribar el mito sobre la falta de nutrientes al llevar este tipo de alimentación.

“Lo relevante es que ninguna persona tiene desnutrición, según el indicador mencionado (IMC)”, detalla el documento, que determinó que un 83,1% de las personas veganas tienen un IMC normal, y solo un 16,9% tiene sobrepeso.

Resultados en niveles de hierro, B12 y sistema inmune

Uno de los mitos más fuertes relacionados con la alimentación a base de plantas es la deficiencia de vitamina B12. Esto, ya que se suele pensar erróneamente, que se obtiene de los animales.

Sin embargo, muchos desconocen que en realidad se trata de una vitamina de origen bacteriano y es posible administrarla a través de una correcta suplementación. Esta importante vitamina ayuda a la formación de glóbulos rojos en la sangre y de varias proteínas, así como también ayuda al mantenimiento del sistema nervioso central.

Según el informe de Animal Libre, un 77% de la población vegana analizada tiene niveles normales de vitamina B12. Del total de casos estudiados, el 83,2% se suplementa con vitamina B12 y el 40% de aquellos que no se suplementan tienen valores normales en sangre.

Finalmente, el estudio también determinó que el 86,2% de la población vegana estudiada tiene niveles normales de ferritina. Por lo que no existe deficiencia de hierro, derribando así el mito de que las personas que se alimentan con base en plantas no cumplen con estos requerimientos.