Los ictus son menos frecuentes en los niños que en los adultos. Ahora bien, estos suceden y, se estima que ocurre entre 2 y 13 casos por cada 100.000 habitantes y año.

“Pueden tener tanto ictus isquémicos (por obstrucción de un vaso cerebral), como hemorrágicos (sangrado por rotura de un vaso cerebral)”, precisó la doctora María Vázquez López.

La neuropediatra del Hospital Gregorio Marañón (Madrid) aclara que en el caso de los niños los síntomas son parecidos a los de los adultos.

“Pueden presentar pérdida de fuerza o de sensibilidad en un lado del cuerpo, inestabilidad, alteración de la visión en una zona del campo visual, o bien disminución del nivel de conciencia. En los niños más pequeños es frecuente la aparición de crisis convulsivas focales”, detalló.

Qué caracteriza un ictus en un menor

En el caso de los menores, esta especialista reseña que los ictus son más difíciles de diagnosticar que en los adultos.

“Ante una sospecha clínica de ictus, en niños finalmente serán ictus una cuarta parte, siendo el resto cuadro de migrañas, convulsiones, tumores, o encefalitis, entre otras patologías”, remarca.

Aquí detalla la miembro de SENEP que hay una serie de factores de riesgo a la hora de presentar un ictus en la infancia y, por ejemplo, en el caso de los ictus isquémicos, dice que estos son más frecuentes en niños con algunas enfermedades cardiológicas.

“Además, las infecciones o los traumatismos son los factores desencadenantes más frecuentes de ictus isquémicos en niños previamente sanos”, apostilla.

Mientras, la doctora María Vázquez López puntualiza que los ictus hemorrágicos son más frecuentes en niños con malformaciones vasculares cerebrales, con enfermedades de la sangre que favorezcan el sangrado, con tumores, y tras traumatismos.

La detección precoz es muy importante

“En los niños el diagnóstico y el tratamiento precoz han demostrado la disminución de las secuelas y de la progresión del ictus, al igual que en adultos, por lo que el tiempo también es oro para los niños con ictus”, destaca esta especialista del Hospital Gregorio Marañón.

A su juicio, es fundamental el diagnóstico precoz para el tratamiento en las primeras horas y para ello ve vital la formación de los médicos de Atención Primaria, así como de los médicos de Urgencias y de la población general para conocer que existen ictus en niños, cuáles son sus síntomas, y saber que el diagnóstico y el tratamiento son esenciales para mejorar el pronóstico.

Cuenta esta experta que antes se pensaba que los ictus en niños tenían buen pronóstico por la plasticidad del cerebro en desarrollo, pero se ha visto que los niños con ictus presentan una mortalidad de entre el 5 y el 10%, y secuelas hasta en un 60% de los casos, la mayoría permanentes, en personas que, por su edad tienen una larga esperanza de vida.

“Las secuelas de los ictus en los niños ocurren en distintas áreas: motora, sensitiva, sensorial, lenguaje, cognitiva y comportamiento. Todo esto influye en la calidad de vida del niño y de sus familiares. Además, es frecuente que los niños que han tenido un ictus presenten epilepsia posteriormente”, asegura la neuropediatra y miembro de SENEP.

Con ello, mantiene que el tratamiento en las primeras horas desde el inicio de los síntomas en centros especializados puede evitar la progresión del ictus, e incluso revertir por completo los síntomas, al igual que ocurre en los adultos.

“Por lo tanto, el código ictus debe ser aplicado también al ictus infantil”, afirma.

Códigos ictus pediátricos

Así, la creación de ‘Códigos Ictus Pediátricos’ en distintas comunidades autónomas en los últimos años está permitiendo un diagnóstico y tratamiento precoces de niños con ictus.

En el caso de la Comunidad de Madrid, por ejemplo, el Código Ictus pediátrico se activa en menores de 16 años que, de forma brusca, hayan presentado uno de los siguientes síntomas, y con una situación basal previa de ausencia de déficit neurológico previo que condicione la dependencia para las actividades esperables a su edad:

·Alteración del nivel de conciencia.

·Cefalea intensa.

·Déficit motor o sensorial unilateral.

·Alteración de la marcha o inestabilidad.

·Lenguaje poco comprensivo o expresivo.

·Alteración visual de uno o de los dos ojos.

·Primera crisis focal afebril en niños previamente sanos