La pandemia no ha obligando a levantarnos y a caer más que antes. Ha resultado ser una adversidad, a lo que hay que sumarle el factor sorpresa o la incertidumbre, para poner en marcha todos los mecanismos de supervivencia y de resiliencia que tenemos los seres humanos, a lo que hay que sumarle el día a día, en el que también nos suceden malas experiencias.

Cuenta la doctora en Psicología y catedrática de Psicología Social en la Universitat Jaume I Marisa Salanova, en una entrevista con Infosalus, que el ser humano siempre ha estado expuesto a adversidades, independientemente de la pandemia, y destaca que la resiliencia es una capacidad que todos tenemos, si bien hay personas que la desarrollan más que otras.

Le preguntamos, a raíz de su libro Resiliencia. ¿Cómo me levanto después de caer? (Shackleton Books), de qué manera malas experiencias en nuestra vida nos fortalecen de cara al futuro.

Señala que las adversidades son como pruebas, retos, que ponen al ser humano en una situación de estrés, ya que tiene que hacer frente a una situación inesperada, si bien asegura que nuestro cerebro está preparado para ello.

“Sí que es cierto que los niños que están expuestos a más adversidades desarrollan más resiliencia, y al final es tener más fortaleza psicológica para afrontar situaciones adversas. Pero también ocurre lo contrario, puesto que un exceso de protección de padres para que no esté expuestos a ningún peligro o disgusto hace que no forjen esa capacidad de resiliencia y se genere esa fragilidad psicológica de la que ahora se habla”, advierte.

Aquí recuerda cómo los estoicos decían que era bueno exponernos a alguna adversidad, como el frío, la altura, o situaciones físicas difíciles, para adquirir también esa capacidad de resiliencia y pide diferenciar la resiliencia reactiva, aquella que surge cuando tienes una adversidad, aprendes y puedes salir fortalecido, cuando se crece después del trauma; de la resiliencia proactiva, la que desarrollas sin necesidad de que te pasen cosas malas, creando o generando tu mochila de recursos psico-positivos para estar preparado para cuando llegue la adversidad.

“No hace falta esperar a las adversidades para aprender, sino que podemos fortalecerla desde ya, en nuestro día a día. No hay una fórmula mágica. Para algunas personas puede funcionar mejor una cosa que otra. Pero también es cierto que todos podemos entrenar nuestra resiliencia en lo que yo llamo las ‘4D’ del bienestar para el desarrollo de más resiliencia: Dieta, descanso, deporte, y disfrute”, remarca.

La autorregulación emocional

Salanova hace referencia así a determinados recursos psicológicos que pueden potenciar e intensificar nuestra resiliencia, como la autorregulación emocional, el cultivo de emociones positivas, el uso de las fortalezas del carácter, el desarrollo de las creencias de eficacia y optimismo, o labrarnos una red de apoyo donde no solo dar sino también recibir.

Sostiene que podemos fortalecer nuestra resiliencia si, por ejemplo, afrontamos de forma positiva las situaciones negativas, dando nombre a lo que sucede, haciendo introspección hacia dentro; sabiendo nuestras fortalezas y poniéndolas en práctica; al tiempo que buscamos situaciones que sabemos que nos aportan buenas sensaciones, por ejemplo, ‘me levanto triste pero si voy a caminar mejora mi estado de ánimo’, priorizo siempre lo positivo y también socializamos, así lo lograremos.

“Todos estos son los recursos que fortalecen la capacidad de resiliencia y sabiéndolo podemos ponerlo en marcha. Lo que no funciona es que hay pastillas que te tomas y te hagan resilientes. Hay que pasar adversidades, es la forma clásica de generar resiliencia, y mientras no las tengas exponerte a amenazas, a situaciones que puedan resultar así como, por ejemplo, meterte en una bañera con frío. Nuestro cerebro está preparado para ello y esto hace que nos fortalezcamos. Es como ir al gimnasio todos los días a fortalecer nuestros músculos”, relata.

La resilencia se puede aprender

Por eso, insiste Salanova en la premisa anterior de las ‘4D’: “Para ser una persona resiliente necesitamos un cuerpo resiliente que descanse, mantenga una alimentación adecuada y una nutrición correcta, aparte de practicar ejercicio físico. Todo suma. Es una cuestión integral, buscando emociones positivas no solo serás resiliente, tienes que ver qué estrategias funcionan mejor para ti, ponlas en práctica, haz cosas, rodéate de gente positiva, y que te hace sentir bien”.

En última instancia, esta doctora en Psicología remarca que un mensaje que se da en el libro es que la resiliencia se puede aprender, y además, tengamos la resiliencia en el nivel en el que la tengamos.