De acuerdo a los especialistas, el hábito de comer después del atardecer podría tener consecuencias negativas para la salud: hace que suba la presión, que aumente el índice de masa corporal y que se pierda el control del azúcar en la sangre.

Esto se debe a que el sistema digestivo es menos eficiente por la noche debido a los ritmos carcadianos, que son los cambios que ocurren a nivel físico, mental y conductual durante el día.

Según consigna TN, un estudio reciente presentado en la conferencia de la American Heart Association reveló que cuanto más se come después de las 18:00 horas, la salud del corazón empeora, teniendo mayor riesgo de presión alta, elevando el índice de masa corporal y perder el control a largo plazo del azúcar en la sangre.

El sistema digestivo en la noche produce menos jugos digestivos, por lo tanto las contracciones intestinales que mueven los alimentos se vuelven lentas y somo menos sensibles a la hormona insulina.

Por otro lado, un estudio publicado en la Librería Nacional de Medicina (NCBI, por sus siglas en inglés) descubrió que las personas que comen tarde tiene mayor riesgo de tener obesidad y diabetes tipo 2.

Para hacer el estudio el los científicos alimentaron a dos grupos de ratones con la misma dieta, con la única diferencia que un grupo tenía acceso a alimentos las 24 horas del día y el otro solo podía comer durante ocho horas del día. El primer grupo, ganó peso y desarrolló colesterol alto y diabetes tipo 2; mientras que el grupo restringido se mantuvo saludable.

Si bien los especialistas creen que es demasiado pronto para hacer recomendaciones sobre horarios en comidas, los científicos dicen que es mejor para la salud tener una “alimentación restringida”. Eso ayudaría a los intestinos a repararse pues en el ciclo de la digestión se rompen algunas células interiores, y comer en la noche no deja tiempo para realizar las reparaciones del los alimentos de la mañana.

“Así como no podemos arreglar una calle cuando hay tráfico, es difícil reparar nuestras tripas cuando hay comida en nuestros estómagos”, explicó el autor del estudio Satchin Panda.