Sin duda la miel es uno de los alimentos más apetecidos por muchas personas debido a sus propiedades, las que son utilizadas para saborizar e incluso como medicamento.

Sin embargo, aunque suena como una gran alternativa alimenticia, se convierte en un importante peligro para los más pequeños, quienes de acuerdo a la Asociación Americana de Pediatría no deberían consumir miel ni sus derivados hasta después de los dos años.

Lo anterior se debe a que puede desencadenar una compleja enfermedad que paraliza los músculos y que se conoce como botulismo en lactantes.

En esta misma línea Evelyn Sánchez, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Las Américas señaló a Página 7 que: “Si bien los beneficios del consumo de miel son ampliamente estudiados y están respaldados por evidencia científica, no toda la población puede favorecerse de estos”.

“Tanto la evidencia internacional como las guías Ministeriales Nacionales, orientadas a entregar los lineamientos de alimentación en la población infantil, enfatizan la restricción en el consumo de miel y derivados en menores de 2 años. Esto debido a que podría desencadenar botulismo en lactantes, el cual es un trastorno neuroparalítico caracterizado por una parálisis fláccida descendente aguda causado por la acción de la neurotoxina de Clostridium botulinum“, agregó.

De acuerdo a la profesional, la mencionada bacteria que se encuentra principalmente en la tierra, “tiene esporas que, una vez ingeridas, se localizan en el intestino de los niños donde liberan la toxina, lo que en algunos casos podría ser mortal”.

Finalmente, Sánchez entregó algunos síntomas a los que se debe estar alerta en caso de que niños pequeños consuman miel:

“Es difícil determinar la presencia de esta toxina en los menores debido, en parte, a la baja incidencia de casos a nivel nacional. Sin embargo, algunos síntomas que pudiesen observarse son: párpados caídos, dificultad para succionar y deglutir, debilidad muscular, constipación, llanto débil y tono muscular deficiente, en caso de lactantes menores. En edad más avanzada puede provocar serias complicaciones respiratorias derivadas del compromiso motor producido por la toxina”, sentenció.