Como toda fobia, la kinesofobia, está dentro de los trastornos ansiosos, y cuyas características o sintomatologías más comunes son que el paciente permanece por lo menos durante 6 meses con miedo, ansiedad y/o evitación al movimiento.

De acuerdo a la definición de los autores e investigadores Kori SH, Miller RP, Todd DD, en su texto Kinesofobia: una nueva visión del dolor crónico (1990), la kinesofobia es “un excesivo, irracional y debilitante miedo al movimiento y actividad como resultado de una sensación de vulnerabilidad ante la posibilidad de lesionarse o volver a lesionarse”.

Pero ¿qué factores desencadenan o se relacionan con este padecimiento? La psicóloga y especialista en dolor crónico, Sofía Gana, explicó durante un seminario organizado por la Facultad de Psicología de la Universidad del Pacífico, en conjunto con el Centro del Dolor Chile y la Unidad del Dolor Crónico de la Clínica Kennedy Santiago, “el mayor predictor de desarrollo de kinesofobia, son los pensamientos catastróficos. Por eso es importantísimo que como especialistas prevengamos su desarrollo, al constatar este tipo de pensamientos”, explicó, agregando que por lo general se presenta en situaciones post-operatorias, pues muchos pacientes sienten que en los futuros eventos que los obliguen a moverse, como sesiones kinesiológicas, pueden sufrir alguna lesión.

La experta también indicó que estos pensamientos catastróficos no sólo empeoran la intensidad, duración y evolución del dolor, sino que agravan también la respuesta emocional, funcionamiento motor y calidad de vida.

En este contexto, Gana comentó este círculo de catastrofización se produce porque tenemos “rumiaciones cognitivas (círculos viciosos), con pensamientos reiterativos del dolor y su pronóstico; le damos espacio a la desesperanza y magnificamos los pensamientos negativos”.

La psicóloga también indico que este tipo de pensamientos suelen boicotear la recuperación rápida del paciente, logrando que el dolor se vuelva crónico. “El pensamiento catastrófico hace que siempre se piense que el dolor es gravísimo y que tendrá consecuencias catastróficas. Por lo tanto, como tengo miedo al dolor se genera la evitación del movimiento. Pero lo que en realidad pasa, es que al dejar de mover se genera una ansiedad y síntomas depresivos“, agregó.

Por último, agregó que el principal consejo para tratar esta fobia relativamente nueva, es trabajar este padecimiento de una manera biopsicosocial, junto con kinesiólogos, médicos, y psicólogos, para impedir que se presente la sintomatología. “Como psicólogos, lo más seguro es que que no podamos quitarles el dolor físico, pero si podemos prevenir este tipo de patologías, explorando cuál es la raíz de ese miedo, pues en muchos casos las personas desarrollan esta fobia por el miedo a estar solos o a la muerte“, sentenció.