Las relaciones amorosas tienen de todo, principalmente aquellas que llevan años y en las que existe convivencia, ya que es una etapa compleja donde las discusiones no demoran en aparecer.

En este sentido, muchas parejas optan por la ‘ley del hielo’ para evitar enfrascarse en una discusión sin fin, pero la verdad es que esta es la peor opción para solucionar un conflicto, sobre todo cuando existe amor, confianza y respeto.

Así al menos lo señaló Miguel Gatica Chandía, psicólogo y docente del Magíster en Resolución de Conflictos y Mediación Sociofamiliar de la Universidad del Pacífico, quien aseguró que la llamada “ley del hielo” puede ser muy dañino para la pareja.

Esta es una de las peores costumbres en relaciones de pareja, es decir, ignorar al otro dándole a entender que hay un conflicto, pero sin hablar de ello. Esto consiste en invisibilizar al otro, lo cual es incluir en los patrones de la comunicación de pareja una violencia pasiva, lo que obviamente afecta de forma negativa el área afectiva, no sólo de la persona sino que de la pareja”, indicó el especialista.

Muy por el contrario, Gatica aconsejó que “se debe pensar y reflexionar bien en el asunto, es decir, regularse emocionalmente respecto a ese tema. En general, es mejor decir y manifestar lo que a uno le perturba, pero con las emociones controladas y con una propuesta de soluciones a elegir entre ambos”.

Pexels (cc)
Pexels (cc)

Por lo mismo, señaló que es primordial “darse el tiempo de analizar esa incomodidad y encontrar el momento adecuado para plantear el conflicto”, pero en pareja y no individualmente, ya que “cada vez que uno de los dos no ve u omite al otro, lo daña, por lo que finalmente es un daño mutuo que va desgastando la relación afectiva comunicacional de la pareja”, aseguró el experto.

Asimismo, para solucionar un conflicto se requiere, primero, la motivación para llegar a un acuerdo y estar dispuestos a decir lo que se piensa sin miedo al otro y sin mentir para evadir discusiones. La recurrente frase ‘tenemos que hablar’, suele anticipar una discusión, ya que por lo general es solo una persona la que desea decir lo que le molesta del otro, y no siempre existe el ánimo para llevar una discusión que busque soluciones, sino que solo se desea expresar los problemas de pareja.

Entonces…

¿Qué es lo que se debe hacer después de una pelea?

“Para solucionar pacíficamente los conflictos, se requiere no encontrarse en una posición de guerra con el otro. A eso se le debe agregar el momento preciso, es decir, tiempo y espacio donde las partes estén dispuestas a no descalificarse ni dañarse. Los momentos adecuados en las relaciones suelen darse en un contexto de intimidad, que invite a la comunicación”, indicó el experto.

Gatica también aconsejó que si frecuentemente discutes con tu pareja, deberás analizar qué estrategias de resolución de conflicto estás olvidando utilizar, ya que las peleas no son una forma pacífica de resolver diferencias.

Si las peleas son parte ya de una dinámica instalada en la pareja, esto indica que existe un ciclo de violencia y, por ende, de violencia intrafamiliar”, advirtió, agregando que después de una gran pelea, caben dos opciones: terminar la relación o dar paso a una nueva etapa, donde ambos se comprometan a mejorar y/o cambiar los aspectos que provocaron tal discusión.

Pexels (cc)
Pexels (cc)

Cuando existe una ‘gran pelea’, lo mejor es tomar conciencia si lo que se dijo o hizo fue lo adecuado, con el fin de asumir las equivocaciones cometidas. Durante las peleas existe una escasa regulación emocional de las dos partes, por lo que se recomienda reconsiderar lo hecho, ya que allí puede haber espacio para las disculpas y el perdón”, recomendó.

Finalmente, el doctor en Ciencias Humanas y Sociales, también enumeró los motivos más comunes por los que las parejas pelean. “Los temas o áreas que ocasionan más discusiones de pareja son el abuso de las redes sociales, la desconfianza en el otro, límites pocos claros de la relación, celos, escasa complicidad en las labores del hogar y de crianza, escasa comunicación en lo afectivo-sexual y mal manejo de la rutina, entre otras razones”, concluyó.