Claramente dar a luz no debe ser una tarea fácil, pero pocas veces se habla con tanta sinceridad del ‘lado oscuro’ de esta experiencia, ya que por lo general todo se concentra en la llegada del nuevo y diminuto ser humano.

Es por eso que la joven madre y dueña tras el blog The Subtle Mummy, Zoe George, quiso hablar con toda honestidad sobre un tema que probablemente identificará a más de alguna mujer y que no se lee muy a menudo. Resulta que tras dar a luz a su primer hijo, la vagina de Zoe quedó gravemente dañada.

Zoe explicó que cuando dio a luz a su primer hijo, este llegó a la vida con la ayuda de fórceps (tenazas), lo que terminó en un “baño de sangre”, y cuando ella miró hacia abajo, pudo notar que su vagina lucía evidentemente diferente, tanto que la comparó con carne molida.

Una vez que llegó a su casa, el escenario no fue muy diferente. “Luché con el tema de la lactancia, luché para poder orinar, y por poder sentarme en un inodoro sin sentir que mis entrañas iban a caer a través de mi vagina“, detalló.

La mujer y su marido esperaron cerca de seis meses para volver a tener relaciones sexuales, y cuando llegó el momento no lo pasó para nada bien, pues el dolor era demasiado.

Zoe vistió al ginecólogo, quien le dijo que era normal que el sexo se sintiera muy diferente después de tener un bebé, lo que en su momento fue tranquilizador, sin embargo, cuando volvieron a intentarlo, sobre todo para tener otro bebé, la situación fue igual de dramática. “Al ‘intentar’ quiero decir que lloraba mientras mordía una almohada, soportando a mi pobre marido que trataba de hacer el trabajo lo más rápido posible“, explicó.

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Finalmente volvió a visitar al médico, quien la examinó con mayor cuidado y determinó que el tejido cicatricial de aquellos lesionados durante el parto, era la causa de su dolor relacionado al sexo. El tejido estaba tan tenso que cualquier roce le producía dolor y una sensación de desgarro.

En ese momento tenía dos opciones: someterse a una cirugía reparativa y luego dar a luz a través de una cesárea programada, o bien esperar a dar a luz de manera natural nuevamente y ahí reparar su vagina. Tomó la segunda alternativa.

En este tiempo, George también desarrolló vaginismo, un espasmo de los músculos que rodean la vagina y que ocurre de manera involuntaria, imposibilitando las relaciones sexuales o exámenes médicos sin dolor. Por lo mismo, tuvo que seguir una fisioterapia para relajar los músculos, recurriendo al uso de diversos dilatadores.

Afortunadamente, cuando dio a luz por segunda vez, su bebé pasó por la misma zona en que estaba dañada su vagina y pudieron llevar a cabo una exitosa cirugía. “Dentro de unos días podría decir que sentía más normal ‘allá abajo’ pero aún no está cien por ciento relajada, afirmó.

Por último, Zoe aclaró que pese a que en un comienzo sintió vergüenza al contar su experiencia, se decidió a hacerlo para así aumentar la conciencia sobre este tipo de situaciones.