Tasha Trafford fue diagnosticada con Sarcoma de Ewing (un cáncer que se produce frecuentemente en los huesos o alrededor de ellos) poco después que contrajo matrimonio en 2012, tras quejarse de un fuerte dolor de espalda.

En ese entonces la madre oriunda de la ciudad de Swansea, Gales, se sometió a quimioterapia y radioterapia y luego de dos años de tratamiento le dijeron que estaba ‘limpia’, sin embargo, no pudieron asegurar que no volvería.

Tasha tenía tres embriones congelados y cuando supo que el cáncer ya no estaba activo, decidió utilizar uno para embarazarse, pero la suerte no la acompañó. A las 16 semanas de gestación, el cáncer regresó y tuvo que elegir entre terminar con el embarazo para comenzar su quimioterapia o perder su vida.

Tasha, quien trabajaba como enfermera, decidió seguir con su embarazo pues “hacer cualquier cosa que pusiera en riesgo a mi bebé que aún no nacía, era impensable”, indicó.

Natasha Trafford | Facebook
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Finalmente, la madre alcanzó a estar 11 meses con su guagua, quien nació en diciembre de 2015. Algo que al menos la hizo marcharse en paz, ya que lo único que quería era poder ver a su hijo antes de morir.