Cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental que busca generar conciencia y encontrar soluciones para estas enfermedades que afectan a gran parte de la población.
Según cifras oficiales, Chile se encuentra entre las naciones latinoamericanas con mayor prevalencia de enfermedades mentales.
Así, los últimos monitoreos arrojan que casi el 20% de la población ha tenido síntomas asociados a estas patologías.
Alrededor del 13% muestra señales de depresión, más del 22% presenta cuadros de ansiedad y al menos el 30% ha consultado a un profesional del área, recibiendo recetas para un medicamento
Estas cifras muestran que la salud mental es un tema de preocupación en nuestro país.
Si bien son varias las causas que explican este fenómeno, los expertos coinciden en que la pandemia y el actual contexto socioambiental está incidiendo fuertemente.
“Todas las investigaciones dan cuenta de las lamentables cifras de salud mental en Chile, que incluso se agravaron post pandemia”, asegura Viviana Tartakowsky, Directora de la Escuela de Psicología de la U. Bernardo O’Higgins (UBO).
En este sentido, la académica comenta que los cuadros depresivos y ansiosos en la población infanto-juvenil, las ideas suicidas y la violencia en el trabajo y el lugar de estudio, son los problemas más frecuentes que además están impulsando un incremento en las licencias médicas.
En este contexto, una de las materias que ha concitado mayor atención en el último tiempo es la elevada tasa de suicidios que registra el país.
Según datos de la OMS, somos el sexto a nivel regional con más suicidios, alcanzando 9 por cada 100.000 habitantes.
“Dejando a un lado la menor disponibilidad de recursos post pandemia, la salud mental siempre ha sido el “pariente pobre” del área. No contamos con una política de salud integral, que armonice los diferentes ámbitos del ser humano y que garantice el acceso universal”, comenta Tartakowsky.
En cuanto a las proyecciones para mejorar este escenario, la especialista cree que lo fundamental es contar con políticas públicas adecuadas.
En paralelo a esos cambios, hay ciertas conductas que conviene poner en práctica para mantener el bienestar.
“Tenemos que promover el autocuidado y el co-cuidado, cultivando relaciones que nos sostengan emocionalmente”, aconseja Tartakowsky.