Los cuatro nietos de M. López son hijos de un matrimonio francés que se unió al Estado Islámico (EI) en 2015. Los pequeños están encerrados en el campo de Roj, en el noreste de Siria, pero Francia posterga su repatriación. Junto a ellos, hay otros 200 niños franceses en la fila de espera.

“Hace tres años y medio que están en el campo, con su madre. Tienen 3, 5, 7 y 11 años. A comienzos de 2019 había un plan para repatriarlos, junto al resto de los franceses, pero Emmanuel Macron lo paralizó en el último momento”, relata López a EFE.

Francia, traumatizada por los atentados yihadistas de 2015 y 2016, es uno de los países de la UE más reticentes a repatriar a sus ciudadanos de los campos de detención sirios. Desde 2019, han sido apenas 35 y en 2021, solo 7. La mayoría de naciones europeas han repatriado a los niños y sus madres a un ritmo muy superior.

Según reconoce la comunidad internacional los pequeños son víctimas colaterales del Estado Islámico. Ellos no eligieron dejar su domicilio, su escuela y su familia para militar en el EI en Siria e Irak, ni tampoco ser repartidos en campos de retención de ambos países cuando cayó el califato entre 2016 y 2017.

El nieto mayor de López abandonó Francia junto a sus padres y su hermano de 1 año cuando tenía 5, en julio de 2015, bajo el pretexto de unas vacaciones en Italia. Nunca más regresaron.

Desde aquel verano hasta 2019, el hijo de López -actualmente en prisión y convertido al islam hace casi 20 años- y su nuera tuvieron dos niños más, uno todavía con el EI al mando y otro en el campo de Roj.

“Mi nieto mayor fue entrevistado hace un año por una tele francesa que logró entrar allí y dijo que quería volver con sus abuelos a Francia”, rememora con una mezcla de entereza y emoción.

El cuarto que el pequeño tenía en el apartamento de sus abuelos está tal cual lo dejó hace más de seis años, con las estanterías repletas de libros, los mismos pósters.

La política del caso por caso

¿Por qué Francia no repatria a unos menores que malviven confinados en un campo a temperaturas negativas en invierno y a 40 grados en verano y sin escolarización?

“Nos han dicho que analizan caso a caso respetando el interés superior del niño, algo sorprendente teniendo en cuenta que dejarlos en un campo de detención no es ningún interés superior“, ironiza López.

López, de 68 años y de origen español, es además miembro de la asociación Familia Unida, que representa a más de un centenar de familias francesas con su misma problemática.

“Las relaciones con el Gobierno francés son escasas”, lamenta el hombre, herido por “las respuestas frías y estandarizadas” del Quai d’Orsay (sede de Exteriores) y del Palacio presidencial del Elíseo.

Fuentes gubernamentales confirman a EFE que se seguirá examinando “caso por caso”, dando preferencia a los menores aislados, los huérfanos o los pequeños cuyas madres aceptan una separación.

París excluye, de momento, juzgar en Francia a las madres -la mayoría de padres ya están en prisiones en Irak o Siria-, dejándolas en una especie de limbo legal, pues no hay otro país dispuesto a hacerlo ni una corte internacional competente para ello.

“Cuanto más tiempo pasa, más ganas de gritar”, resume López. Su lucha se libra además en un ambiente poco propicio para sus intereses: los franceses votarán en abril en las presidenciales con una agenda centrada en la inmigración y en la seguridad.

La abogada Marie Dosé, que representa a decenas de familias rotas por el EI, es la punta de lanza judicial de estos “abuelos coraje”.

“Los niños de Roj sufren una doble pena: son víctimas de la elección de sus padres y del abandono que han sufrido de su país, Francia. Dejar a su suerte a estos niños inocentes es la decisión más irresponsable e inhumana de los cinco años” del Gobierno de Macron, denuncia.

La combativa letrada acusa al Ejecutivo francés de saltarse todas las convenciones internacionales de protección a la infancia. Agotados los recursos judiciales en el país la Corte Europea de Derechos Humanos será el próximo paso. El veredicto está previsto para los próximos meses.

“Una adaptación que va bien”

El psiquiatra infantil Serge Hefez desmonta el prejuicio de que esos pequeños atrapados en Siria -gran parte de ellos menores de 12 años- ya están radicalizados y podrían ser terroristas en potencia.

El especialista ha seguido a varios de la treintena de niños que regresaron de Roj y lo desmiente categóricamente.

“Puedo decir que ha ido bien. Están con sus abuelos, adaptados y nadie sabe sus historias”, asevera.

Para López, abandonarlos en Siria tendrá un efecto perverso. “Esos niños ya viven con un miedo permanente y son diariamente humillados. Si se quedan allí (en los campos) tienen el riesgo de ser captados por organizaciones terroristas”, avisa.