Graduado en Arqueología y Economía por la Universidad de Harvard, Michael llamó siempre la atención por la obsesión que tenía por lo desconocido. Aquello rompía en cierta forma su estirpe, al ser heredero de una de las familias más influyentes de Estados Unidos: la de Nelson Rockefeller, gobernador de Nueva York y futuro Presidente.

A pesar de su apariencia de “niño bueno”, su espíritu aventurero le costó la vida en 1961, cuando desapareció en medio de una expedición en la costa sur de Nueva Guinea.

Dicho viaje tenía por objetivo estudiar la tribu perdida de los asmat, y obtener algunas piezas artísticas para el Museo de Arte Primitivo que su padre fundó una década atrás.

En ese contexto surgió un verdadero misterio respecto a cómo murió el hijo más joven de Rockefeller, pues aunque algunos aseguraron que se ahogó, lo cierto es que ABC publicó diez años después que Michael había sido devorado por caníbales.

Asmat

La tribu de su interés lo conquistó por su riqueza cultural, pero lo cierto es que sus integrantes tenían algunas tradiciones terroríficas. “Eran cazadores de cabezas que devoraban los cerebros de sus enemigos mezclados con gusanos y dormían sobre cráneos”, explica Manuel Morós Peña en Historia natural del canibalismo.

En septiembre de 1961, el arqueólogo afirmó que pretendía rodar un documental junto al holandés M. S. Wassink. Sin embargo, su interés iba entre lo científico y lo económico, pues quería piezas para el museo. Así, recorrió durante dos meses la costa para visitar poblaciones locales.

Michael Rockefeller
Archivo 1961 | Michael Rockefeller

El 18 de noviembre de ese año, el fuerte oleaje del río los hizo desaparecer. “El multimillonario Nelson Rockefeller ha recibido la noticia, comunicada por la Embajada holandesa, de que su hijo ha sido dado por perdido”, titulaba ABC solo dos días después.

La publicación informaba que Michael cayó al agua cuando iba en una pequeña embarcación indígena. “Confirman que formaba parte de la expedición que estudiaba y filmaba la vida de los indígenas de Nueva Guinea”, añadía el diario.

En orden cronológico: la canoa se destruyó, sus ocupantes lograron aferrarse a los restos y salir a flote. Sin embargo, Rockefeller tuvo una idea que definiría su muerte, pues improvisó una balsa con unos bidones vacíos y partió en busca de ayuda, con la intención de llegar a una aldea indígena situada en la desembocadura del río.

Wassink, etnólogo de la Universidad de Leyden, reveló estos detalles cuando fue rescatado 48 horas después de que las autoridades lo dieran por desaparecido. Pero su compañero jamás volvió a aparecer, y la búsqueda incansable de su familia fue en vano.

Caníbales

Meses más tarde, la prensa lanzó la teoría más lógica y extendida del desenlace: el veinteañero no llegó a tocar tierra y se ahogó irremediablemente. No obstante, en 1965 se empezó a especular que el destino de Michael Rockefeller había sido incluso más trágico.

Según ABC, un periodista australiano aseguró que el joven fue capturado y ejecutado por unos salvajes en el valle de Ballem. Pero eso no es todo, porque además el reportero indicaba que, tras llegar a la costa, “fue capturado por unos salvajes agates, los más primitivos de la región, que le dieron muerte, le cocinaron y le devoraron”.

Posteriormente, en 1971, surgió una nueva versión, basada en una revista francesa que por ese entonces afirmó que Michael Rockefeller tuvo suerte de aferrarse a una balsa para llegar a la costa, pero al pisar tierra se encontró con caníbales “que le remataron con una lanza, lo despedazaron y se lo comieron”, indicaba la noticia.

Aquello habría sido una venganza, añadieron, por la muerte de tres jefes tribales a manos de una patrulla holandesa, pero lo cierto es que hasta el día de hoy, 60 años después, el misterio sigue abierto.