Un interesante estudio realizó la doctora en Filosofía Sarah Hunter Murray y la psicóloga Lorri Brotto titulado Quiero que me quieras: un análisis cualitativo del deseo de los hombres heterosexuales de sentirse deseados en las relaciones íntimas, el cual fue publicado en la Revista de Terapia Sexual y Marital.

En dicho texto, se afirmó que cerca de un 95% de los hombres heterosexuales dice que sentirse querido por su pareja es importante para sus experiencias sexuales.

En ese contexto, cuando se les preguntó qué estaba haciendo el otro para que se sintieran queridos, el 41% dijo las formas en las que expresaron su atracción verbalmente, 34% destacó que comenzaran el contacto físico, 28% que iniciaran el encuentro y 19% que su acompañante evidencie entusiasmo.

“Una carga patriarcal”

“No tengo certezas sobre el porcentaje de hombres, pero sí estoy consciente de que cada día son más los que se atreven a pedir lo que en términos afectivos necesitan, echando por la borda el estereotipo de que solo buscan sexo”, reflexionó en conversación con Página 7 la escritora, terapeuta y coach sexual y de pareja, Karen Uribarri.

Además, agregó que aquellos prejuicios son “una carga patriarcal que también han debido llevar en los hombros y que, de alguna manera, les ha limitado sentir en toda la amplitud de la palabra”.

En otro punto, el 17% de los hombres quería que su media naranja inicie las relaciones sexuales con más frecuencia, 15% que comunicaran claramente sus necesidades y deseos, y el 14% anhelaba más interés sexual.

“Aunque tendemos a creer que los hombres son los que buscan la actividad sexual y demuestran deseo, también quieren ser deseados a cambio. Los hombres de mi estudio describieron que no solo querían que su pareja tuviera más actividad sexual, querían un romance”, indicó Murray, consignó el portal Olhar Digital.

“Un lado más suave y sensible de la sexualidad”

En esa misma línea, el estudio declaró que “los ejemplos incluyen que tu compañera se frote los pies, los bese al pasar, se acurruque con ellos en el sofá o les diga que son lindos o sexys”.

“No solo pinta un lado más suave y sensible de la sexualidad masculina de lo que normalmente hablamos, sino que también sugiere que podemos estar equivocando muchas cosas sobre el deseo sexual de los hombres y que deberíamos pensar más críticamente sobre la sexualidad masculina en lugar de hacerlo. Se basan en supuestos potencialmente desactualizados y dañinos”, manifestó.

Con respecto a aquello, Urribarri señaló que “ya se hablaba hace unos 20 años atrás sobre estudios científicos que aseveraban que los hombres sí fingían orgasmos, por ejemplo. Al hombre se le ha evaluado por su potencia (la erección, por ejemplo) y lleva a cuestas la presión de la expectativa de ‘cumplimiento’, de estar ‘siempre listo o dispuesto’. Pero, lo cierto es que tal como las mujeres, quieren sentirse deseados, queridos, vistos en toda su dimensión”.

“Muchas dirán que no es así, que sólo quieren sexo y sí, quizás lo exteriorizan de mayor manera, por lo que queda esa sensación. Una de las principales razones de esto se debe a la placentera sensación que les producen los niveles elevados de oxitocina (igual que a nosotras) y que gracias a ello se sienten compenetrados con la otra persona”, aclaró.

“Darle a la sexualidad el lugar que se merece”

Entre otro dato a destacar, se encuentra el hecho de que solo el 5% dijo que el sentimiento de deseo no era particularmente importante.

“Las normas sociales sobre hombres y mujeres están muy extendidas. Estamos saturados de mensajes muy concretos desde temprana edad y se refuerzan a lo largo de nuestra adolescencia y adultez. Si bien podemos criticar estos estándares por ser estrechos y obsoletos, romper el estándar aún lleva tiempo y no siempre es tan fácil como nos gustaría”, afirmó Sarah Hunter Murray.

Finalmente, y complementando el análisis, Karen Uribarri mencionó que “el deseo sexual no es un instinto, sino que se fundamenta en tres pilares. Uno biológico, otro de carácter motivacional y de la aspiración cognitiva. Sin embargo, socialmente, el deseo sexual es concebido como una fuerza biológica y ya. De allí que se crea que debe fluir espontáneamente y que no puede ser ni controlado ni redirigido”.

“Mi recomendación es darle a la sexualidad el lugar que se merece en la relación. No me refiero únicamente al coito. Como bien dice Dr. Christian Thomas, ‘la mayor parte de la sexualidad se hace lejos de la cama’. Entonces, abrirse a mejorar y aumentar las expresiones de afecto; quitarle al sexo la imposición per sé de rendimientos o metas; estimular los sentidos; entregarse a sesiones de caricias y sensaciones; a mantenerse abrazados mirándose a los ojos y respirándose cerca; y por supuesto, una frecuencia exquisita de besos”, concluyó.