Antes era un plus, hoy es primordial. Promover la participación, generar costumbres propias, crear una identidad y definir valores, son algunos de los requisitos para obtener un bienestar empresarial proyectable y funcional en el tiempo.

Tras un año en confinamiento y las nuevas formas de trabajo, Chile volvió a descender en el ranking de los países más felices según la ONU, posicionándose en el puesto 43 de 156 países, cuatro puntos más abajo que el 2020.

Esto, sumado a las recientes cifras de la consultora internacional Ipsos que ubica a Chile en el segundo puesto de 30 países donde más ha empeorado la salud mental, con un 56% de adultos que asegura haber sufrido este deterioro mental y emocional.

Por ello, pensar que el compromiso laboral e identificación con las empresas van a continuar igual, sin tener una estrategia clara, sin escuchar a los colaboradores y sin entender lo que realmente necesitan será un grave error. Daniela Crespi, Gerente de personas de Zenta Group, identifica los factores claves para una buena estrategia de cultura organizacional.

– Tener una visión clara: Saber hacia dónde queremos ir, cuáles son nuestros objetivos y qué cultura queremos generar con nuestros colaboradores.

– Definir los valores: Estos serán el sello de la organización y se enmarcan en los límites de las conductas permitidas y que se quieren promover dentro de la organización, de alguna forma son los límites dentro de los que nos podemos mover, siempre alineado con la visión y los desafíos de la organización.

– Tener un sistema de gestión, que permita detectar problemas o dificultades en los diferentes niveles, con el home office, estos sistemas de control tienen que basarse en la confianza y la autonomía, promoviendo un cambio en el liderazgo que se requiere actualmente.

– Promover la participación: La cultura organizacional debe incluir a todos por igual, generando que todos seamos responsables de los logros de la compañía, generando organizaciones más horizontales y menos burocráticas.

– Generar espacios para promover una cultura particular, donde se haga visible para todos la forma de relacionarse, facilitando espacios para escuchar activamente a los colaboradores.

– Generar canales de comunicación constantes, el home office ha llevado a las organizaciones a tener que mejorar su forma de comunicar, teniendo que ser cada vez más transparentes y constantes en esta comunicación, dejando de lado los discursos prearmados moviéndose a una comunicación más humana, empática y honesta dentro de un margen de cada vez mayor ambigüedad.

– Generar confianza: Crear espacios donde se pueda hablar sobre problemas, generar credibilidad, y ser coherentes, buscando en conjunto la forma de seguir mejorando.

“Es un error descuidar la salud mental de las y los trabajadores, se necesitan crear espacios de diálogo hasta entregar ayuda en posibles tratamientos. Tener una falla en tu cultura organizacional, provocará un mal funcionamiento entre las distintas áreas, falta de motivación, ausentismo, problemas de salud y mayor rotación”, señala Crespi.

Si bien, este tema se venía trabajando desde tiempo en las áreas de RRHH, hoy tomarse un café, almorzar o tener un after office es parte del pasado, “tenemos que reaccionar rápido pero de forma asertiva, y no tener miedo a innovar, a pensar fuera de la caja. Estas necesidades y cambios son innegables”, finaliza Daniela Crespi.