El pasado domingo, el Gobierno informó que a partir de este lunes se permitirán las reuniones religiosas en Fase 2 del plan Paso a Paso.

Según especificaron en un comunicado, misas y cultos tendrán un aforo máximo de 20 personas en espacios abiertos y un máximo de 10 en espacios cerrados, no teniendo permitido mezclarlos.

En este contexto, el ministro secretario general de Gobierno, Jaime Bellolio, defendió la medida.

“Yo no he escuchado ningún (experto)… no he visto ningún paper científico que diga que eso (contagios por COVID-19) pasa en las misas o en otros ritos religiosos (…) La espiritualidad de las personas no es algo a minimizar, es algo que es muy importante en términos de la salud mental”, argumentó en conversación con CNN Chile.

En este contexto, un reciente estudio de la Sociedad Internacional de Enfermedades Infecciosas, titulado “COVID-19 y congregaciones religiosas: implicaciones para la propagación de nuevos patógenos”, evidencia un panorama diferente.

“Una reunión de un gran número de personas en estrecha aproximación podría ser un terreno fértil para la propagación de nuevos patógenos“, plantea el autor, Sayed A. Quadri, desde la División de Microbiología de la Universidad King Faisal de Arabia Saudita.

Asimismo, advierte que las misas o cultos pueden ser un “punto focal potencial” para la dispersión de nuevos patógenos, especialmente los transmitidos por la vía respiratoria. “Los contagios de COVID-19 que se extendieron entre las asambleas religiosas aparentemente corroboran esto”, precisa el estudio.

Contexto | Agencia UNO
Contexto | Agencia UNO

Ejemplos internacionales

Por ejemplo, se plantea el caso de las tres reuniones de Tablighi Jamaat (movimiento religioso islámico) en Malasia, Pakistán e India, que se convirtieron en puntos críticos de contagio de COVID-19.

Solo la primera reunión de Tablighi realizada del 27 de febrero al 3 de marzo de 2020, provocó 1.545 casos de coronavirus en Malasia.

“Esto aparentemente actuó como una fuente de infección para las dos reuniones religiosas siguientes en Pakistán e India, debido a que los malayos infectados también asistieron”, asevera.

Un artículo del Journal of travel medicine, advierte que más del 35% de los casos de COVID-19 en Malasia, están directamente relacionados con esa reunión religiosa masiva.

Por otra parte, destacan el caso de una congregación cristiana en Corea del Sur, la cual se convirtió en un importante foco de contagios, provocando 5.209 casos positivos de COVID-19 hasta el 8 de abril de 2020.

“La creencia de que ‘la enfermedad era un pecado’ motivó a sus seguidores a evitar las pruebas médicas, y algunos siguieron asistiendo a misa de forma clandestina“, señalan.

Irán fue otro de los países más afectados por la pandemia. “El Jefe del santuario principal de Qom hizo un llamado a los peregrinos para que siguieran asistinedo al santuario. Aparentemente, esto condujo a la propagación constante de la infección, no solo dentro de Irán, sino alrededor de una docena de países vecinos”, indican.

Contexto | AFP

Rebrote en Estados Unidos

En julio de 2020, Donald Trump solicitó reabrir los templos religiosos en Estados Unidos, lo que provocó un aumento de casos de COVID-19 a nivel nacional.

Según una base de datos de The New York Times, más de 650 casos de coronavirus fueron vinculados a casi 40 iglesias y eventos religiosos realizados en todo el país, desde el inicio de la pandemia.

“(La iglesias) son un lugar ideal para el contagio”, afirmó Carlos del Rio, experto en enfermedades infecciosas en la Universidad Emory, al diario electrónico estadounidense. “Se reúnen muchas personas en un espacio cerrado. Además, hablan a un volumen alto y cantan. Eso es justamente lo que no queremos”, advirtió finalmente.