La psicóloga clínica Javiera de la Plaza conversó con Página 7 y entregó detalles sobre esa emoción que muchas veces experimentamos y pocas veces admitimos.

¿Qué sienten las personas que no se alegran por ti cuando les cuentas algo bueno que te ha pasado? ¿Será envidia, indiferencia, rabia, tristeza o frustración?

Ver a alguien con rasgos físicos que quisiera tener, alguien que fue promovido en su trabajo y yo esté en uno que no me llena, que un amigo tenga una relación de pareja ideal y yo no. Y así.

Lo cierto es que todos estos ejemplos cotidianos tienen en común una emoción: la envidia. Así lo explica Javiera de la Plaza.

“Dentro de las emociones y sentimientos que tenemos los seres humanos existe la envidia, que es querer lo que tiene el otro y yo no tengo. No te alegra que la otra persona lo tenga, al contrario, te gustaría tenerlo tú”, dice.

Si bien es cierto la envidia aparece como la causa principal, hay otras variables que también influyen en este comportamiento y no deben dejarse de lado.

1. Autoestima baja

Según la psicóloga, este factor juega un rol importante, ya que algunas personas piensan que son valiosas en función de lo que tienen y no por lo que son.

“Hay personas que no se creen el cuento de que son importantes, solo por el hecho de ser uno. No por lo que estudiaste, el dinero o el trabajo que tienes”, sostiene.

“No se alegran con el logro de la otra persona, porque eso se les refleja a ellos mismos como en un espejo y al no tener una buena autoestima, se sienten más disminuidos”, complementa.

2. Comparación constante con los demás

Para la profesional, al compararse con otras personas siempre se va a encontrar a alguien mejor que uno, por lo que no es un ejercicio recomendable.

“Si una persona cuenta sus logros frente a otra persona insegura en la vida, eso se transforma como en un bombardeo, porque son cosas que esa persona se enrostra a sí misma que no tiene, no ha hecho o no ha alcanzado. Siempre hay una constante comparación con el otro”.

Agrega que “no se validan ellos mismos, entonces siempre tienen que encontrar estímulos externos, ya sea materiales, de belleza estética, trabajo o fama para validarse”.

3. Historia personal

La autora de La inteligencia asertiva también plantea una variable relacionada con los problemas o dolores que las personas pueden sufrir en el transcurso de la vida.

“Hay dos maneras de enfrentarlo. Por un lado, creciendo como seres humanos, siendo más dadivosos, comprensivos, queriendo la felicidad en los demás”.

“Pero también pasa que hay personas que se van para abajo, se deprimen, se amargan, se resienten. Entonces el golpe es tan duro, que podría llevarlos a desarrollar envidia”, señala a nuestro medio.

Recomendaciones

La especialista en asertividad es clara respecto al primer paso que se debe dar. “Hay que ponerle el pecho a las balas y enfrentar la situación. Reconocer que estoy teniendo una conducta envidiosa, no soy la persona más mala por ello, claro está, pero debo frenarlo”, aconseja.

“Si eso lo puedes hacer, no hay problema, se puede ir trabajando. De lo contrario, muchas veces una ayuda terapéutica viene bastante bien”.

La psicóloga finaliza con una reflexión. “Cuando una persona no disfruta del éxito de los demás, se amarga. Va construyendo de a poco una vida de infelicidad, porque no es capaz de alegrarse. Yo creo que para nadie es bueno eso”, cierra.