Mireya Anzieta es bióloga de formación y también una educadora de corazón. Lo anterior, debido a que es la creadora de un modelo de educación inclusiva denominado ACCEDU, iniciativa que nació a raíz de una mala experiencia que tuvo en el jardín de su hijo Máximo.

El pequeño de 7 años tiene Síndrome de Down y autismo y hace aproximadamente dos años sufrió discriminación en dicho establecimiento educacional.

“Eran vulneraciones de tipo relacional, se le había excluido de actividades; además él no controla esfínter y muchas veces no se le hicieron los cambios adecuados. Lo dejaban solo”, contó Anzieta a Página 7, quien se enteró de esto por medio de una extrabajadora del jardín.

Quedamos en shock, fue sorpresivo. Hubo frustración, desilusión, porque Máximo había asistido a ese jardín durante tres años y nunca nos enteramos porque él no habla. Ahí nos dimos cuenta que un niño con una condición de discapacidad está mucho más expuesto a sufrir vulneraciones”, sostuvo la afligida madre.

Tras tomar conocimiento de esta situación, puso una denuncia en la Superintendencia de Educación, ya que, según explica, “el jardín no cumplía con varias exigencias, de distinto orden”, comentó, añadiendo que junto a su caso, comenzaron a aparecer más denuncias.

mireya anzieta y su hijo máximo
Cedida a Página 7

Todo esto también derivó en otra preocupación de Mireya: “Me cuestioné por qué le pasó eso, por qué en un jardín, que se autodenominaba inclusivo, se le marginó. Ahí me di cuenta que faltan estrategias para abordar adecuadamente la inclusión en las escuelas. Muchas veces se habla de inclusión, pero no es genuina”, indicó.

Fue en ese punto cuando empezó a indagar respecto este tema. “No había nada en concreto, casi nada. Averiguamos que la inclusión, en términos de relaciones, es convivencia y Máximo no estaba interactuando“, afirmó, recordando que los avances que exhibía su hijo eran más lentos de los esperados.

Estaba muy estancado, con señales conductuales y eso generó una alerta. Así nació la idea de poder presentar una idea que garantice prácticas inclusivas en el aula”, aseguró a nuestro medio.

Proyecto ACCEDU

Tras el triste episodio que vivió su hijo, Mireya presentó un proyecto de modelo de educación inclusiva, denominado ACCEDU a Corfo, que es la entidad que lo financia. El propotipo de esta iniciativa funcionó óptimamente durante un tiempo, pero actualmente se encuentra detenido por la pandemia.

¿En qué consiste? “Es un prototipo de innovación social, que involucra poner a prueba una estrategia educativa. Incluye elementos metodológicos, de enfoque simple, probados en el aula. En cada colegio, una vez por semana, trabajamos con niños de primero básico, aplicando algunas técnicas de interacción que busca resolver conflictos comunes entre los niños”, explicó la mente detrás del proyecto.

accedu
Cedida a Página 7

Lo que hacíamos era presentarles situaciones con títeres, juegos, dramatizaciones, pictogramas y los invitábamos a interactuar entre ellos”, agregó.

Anzieta, que vive en Puerto Varas, señala que actualmente ACCEDU está presente en cuatro colegios de la región de Los Lagos, de un universo diverso: establecimientos de la educación pública, particular, particular subvencionada y rural. En todos ha tenido una buena acogida.

Ponemos en práctica actividades prediseñadas, con apoyo de una psicóloga y de una educadora diferencial, más elementos que fuimos recabando de la literatura, para fomentar la empatía a través de las interacciones positivas en el aula”, explicó Mireya, quien agregó que hay una visión equivocada respecto al colegio.

“Estamos acostumbrados a pensar que uno va a sentarse, a escuchar al profesor, a rendir una prueba, pero debería ser un momento sumamente agradable para el niño, de interacciones de juego, que fomente el amor al aprendizaje y ahí van a valorar tener compañeros diferentes, se darán cuenta que todos somos diferentes y comprenderán que es un valor y no un problema”.

El proyecto se probó en cursos de primer básico, ya que “es la transición de la educación parvularia a la educación básica y porque a esa edad, el cerebro de los niños aún es flexible, pueden incorporar hábitos”.

Reflexión final

“Desde la llegada de Máximo me tocó aprender formalmente varias cosas, entre ellas integración sensorial, elementos de neurociencias, cosas específicas para apoyarlo a él. A raíz de esto me tocó involucrarme en el tema educativo y me apasiona”, aseveró Mireya, que una vez se reactive todo, pretende ir perfeccionando el modelo.

Por último, Anzieta finaliza su experiencia con una reflexión. “Por más que los padres con niños en condición de discapacidad hagamos muchas cosas, es el entorno, la sociedad, el colegio donde deben ocurrir los cambios importantes“, señaló.

“Máximo puede tener mucho apoyo, pero a futuro él va a tener que interactuar en la sociedad y son en esos lugares los que necesitan de acompañamiento oportuno que hagan entender que la inclusión es más que un concepto, es convivir en la diferencia y mantener relaciones humanas de manera positiva”, sentenció.