Tras dar a luz a su hija en 2011, Karen Bell de 33 años, comenzó a sufrir de prolapso de sus órganos pélvicos, lo que con el tiempo la llevó a vivir un traumático episodio: la “caída” de su útero en plena calle.

Según consignó el medio británico The Sun, su médico le advirtió que las causas se debían al exceso de peso alrededor de su estómago, el que estaba presionando sus órganos pélvicos, por lo que le recomendó mejorar su condición física.

Sin embargo la joven oriunda de Newmains, Escocia, no siguió la recomendación del especialista y continuó ganando kilos, llegando al extremo en 2018 cuando, mientras caminaba a casa cargada de compras, su útero y vejiga simplemente “se cayeron”.

“Todavía no puedo creer que haya llegado al extremo de que mis órganos se cayeran”, dijo la joven, “cuando miré hacia abajo y vi lo que había entre mis piernas, me horroricé“.

Era un bulto carnoso del tamaño de una pelota de tenis, parecía un cerebro“, continuó.

Cuando le dije a mi médico, me dijo que solo había visto esta condición en otro paciente, una mujer de 91 años. Solo quería que me tragara la tierra“, confesó.

Producto de esta situación, Karen tuvo que someterse a una cirugía correctiva para reposicionar y mantener sus órganos pélvicos en su lugar, intervención que duró seis horas.

Desde entonces, la joven madre decidió cambiar su estilo de vida a uno mucho más saludable, disminuyendo de una talla 22 (talla 50 en Chile) a una talla 12 (talla 40).

¿Qué es el prolapso de los órganos pélvicos?

Karen Bell contó que los primeros síntomas se manifestaron seis semanas después del parto de su hija, cuando comenzó a sentir una pesadez en el abdomen, la que describió como una “bola de boliche pesaba”.

No sabía lo que estaba pasando, pero fue solo cuando traté de ponerme un tampón que me di cuenta de que no podía“, sostuvo.

De acuerdo a Clínica Las Condes, esta patología “consiste en la caída de las paredes vaginales acompañada de sus órganos vecinos“.

Entre los síntomas se cuentan la sensación de peso en la región genital, sensación de bulto o “globito” palpable al hacerse aseo, dificultad en las relaciones sexuales o cierto grado de disfunción defecatoria.