Una relación amorosa no tiene por qué ser un cuento de hadas, como a veces intentan convencernos a través del cine o la publicidad, pues su éxito depende de varios factores y no solo del amor.

La comunicación, la confianza, la independencia, son igual de importantes que el amor en una dupla, y si bien cuando esas áreas están fallando siempre podemos trabajar para que mejoren, la verdad es que si el esfuerzo llega a ser agotador, probablemente es porque no vale la pena y debes dejarlo ir.

Y es que a menudo nos bombardean con información sobre cómo salvar una relación que está fallando, como si no pudiéramos darnos por vencido en el ámbito amoroso y, si lo hacemos, terminaríamos asumiéndolo como un triste fracaso del que es mejor hablar poco y superarlo a escondidas.

Pero cuando ambas personas han dado lo mejor de sí, se han esforzado por mejorar la cosas y ni siquiera saben el porqué no está funcionando, lo mejor sería dar un paso al costado, agradecer el tiempo vivido juntos y seguir caminos separados. Y no está mal, eso es mucho mejor que simplemente querer intentar que funcione por culpa o miedo a quedar solo o sola.

En este sentido, la psicóloga clínica, consejera de parejas con décadas de experiencia, Randi Gunther, indica que existen algunas razones reales y justificables por las cuales las personas no pueden superar su problemas en la relación, independiente de la energía, esfuerzo y ganas que pongan en ello.

Es por eso que si ven que han dado todo de sí, y su compañero o compañera también pero simplemente no pueden volver a encontrarse, lo mejor es ocupar todo ese conocimiento y experiencia para una próxima relación. Así al menos lo aconseja Gunther.

“Si las personas bien intencionadas y cariñosas pueden reconocer sin culpa los síntomas que les dicen que deben dejar ir, pueden terminar su relación sin resentimiento o sentimientos de una pérdida de tiempo. Si las parejas permanecen demasiado tiempo en una relación que no puede mejorar, corren el riesgo de perder la oportunidad de apreciar las lecciones que han aprendido juntos”, advierte.

En ese sentido, dispuso de una serie de “síntomas”, a través de una columna en el portal especializado Psychology Today, que pueden ayudar a algunas parejas a visualizar si su relación está al borde del precipicio y es mejor dar un paso al costado para evitar caer tan fuerte.

1. Pequeñas irritaciones que se acumulan con el tiempo

Cuando empezamos una relación, la mayoría de nosotros intenta apreciar al máximo las conexiones naturalmente satisfactorias que se dan en la pareja e ignoramos aquellas que pueden resultar irritantes. El tema es que con el paso del tiempo, estas “molestias” pueden empezar a dominar el sentir del otro, quien no puede ignorarlas con la misma facilidad que antes.

Desde cosas pequeñas como dejar una toalla mojada en la cama, hasta no pagar las cuentas o emborracharse en cada fiesta, pueden ser comportamientos molestos que se van sumando hasta llegar a un punto que la otra persona no los tolere más.

En este punto el equilibrio de la relación cambia y los resentimientos comienzan a ocupar todo el espectro de la relación, lo que evidentemente no es una buena señal.

2. Comportamientos inaceptables que no se revelaron al comienzo de la relación

La mayoría de las personas, al iniciar un nuevo romance, oculta u omite comportamientos negativos que han afectado sus relaciones previas. En sus mentes quizás está la idea de que cuando la relación esté más avanzada, la pareja podrá disculpar ciertas conductas.

Asimismo, hay confesiones que sí o sí deben realizarse al inicio de toda relación, sobre todo si ambos están depositando la confianza total en el otro, como debería ser en un contexto sano y maduro.

Una enfermedad hereditaria, un hijo no mencionado o un matrimonio previo, son algunas de las confesiones que pueden parecer inaceptables para la otra persona, por lo que si eso ha pasado y te has sentido defraudado o defraudada, deberías evaluar la fortaleza de tu relación.

3. Necesidades importantes mutuamente exclusivas

Cuando una pareja comienza, lo más importante parece ser determinar las formas con las que demostrarán su amor, y en ese universo realizan ciertas concesiones, alejan necesidades que no se dan en ese minuto, con tal de conseguir un equilibrio.

Sin embargo, con el paso del tiempo, estas necesidades o intereses individuales van apareciendo y, en ocasiones, causando estrés a la relación dependiendo de su nivel de importancia.

Puede ser desde tener diferentes niveles de deseo sexual hasta dónde queremos vivir, cuáles son nuestras metas, y cómo resolvemos los conflictos.

En ese caso, cuando aparecen diferencias, éstas se deben resolver con respeto y apoyo mutuo, indica la experta, pero si existen aspectos que uno u otro no puede tolerar porque ni siquiera lo vio venir, entonces la discusión debe ser un poco más determinante.

5. Estrés externo

Cuando iniciamos una relación, nuestra conexión parece tan potente que a menudo sentimos que podemos enfrentar cualquier situación juntos, incluidas las crisis. “No, a nosotros no nos va a pasar eso“, suele ser una frase que se repite en innumerables parejas jóvenes.

Lamentablemente la realidad es más cruda, los recursos son finitos y existen muchos factores externos estresantes que queramos o no afectarán nuestra relación. Accidentes, estrés laboral, problemas económicos, necesidades familiares, etc., son situaciones a veces incontrolables que no siempre pueden superarse en pareja.

“Los factores de estrés ponen a prueba la capacidad de una pareja para aprender y crecer. Si no pueden triunfar sobre ellos, corren el riesgo de sentirse inadecuados. Al encontrar fallas en las reacciones y respuestas del otro, comenzarán a perder la confianza y se separarán para resolver sus problemas solos. A veces hay demasiado dolor, y cualquier relación puede terminar cuando ya es demasiado”, advierte Gunther.

6.- Aburrimiento

No queremos decir que la relación debe ser siempre una montaña rusa de diversión y sorpresas, pero a menudo es la pasividad de las partes y el poco interés en descubrir aspectos nuevos en la pareja, lo que a veces termina matando la relación.

El descubrimiento constante de las transformaciones internas y externas de la otra persona es la base de relaciones duraderas y profundizadoras. Debido a que las parejas en una nueva relación son por lo general “más que suficiente” para satisfacerse el uno al otro, a menudo no se dan cuenta de que su propio crecimiento independiente es un requisito necesario para permanecer en el amor”, comenta la experta.

A menudo, un miembro en la pareja avanza en su evolución y el otro permanece firmemente igual, aun cuando la otra persona se lo hace saber y le pide un esfuerzo por cambiar ese patrón, permanece ahí, inmóvil. Esto hará que la persona que una vez estuvo cautivada por el otro y la relación, se sienta atrapada en este “viejo-conocido” y necesite seguir adelante.

7.- Malentendidos que aumentan y suposiciones erróneas

A veces cuando tenemos una relación de años y madura, comenzamos a asumir ciertas cosas y nos olvidamos de escuchar al otro con atención, y creemos que tenemos el derecho a pensar que ya conocemos todo de la otra persona, dada la familiaridad que dan los años. Error.

Además, el ritmo de vida de algunas personas a veces les lleva a centrar la energía lejos de la relación, dejan la exploración en un segundo plano y mientras no hayan problemas evidentes, asumen que todo está bien. Y esto no es más que una suposición basada en datos antiguos que puede que no sean del todo correctos.

De ese modo, la comunicación se va volviendo monótona, se pierde el interés mutuo y no resuelven malentendidos. Con el tiempo, si la pareja no lo resuelve en su momento, se terminarán acumulando estas emociones ignoradas y nada bueno puede salir de eso. Si esas señales no se abordaron antes, quizá ya es tarde.

Por otro lado, quizá hay parejas que sí dieron el mejor esfuerzo para reconfigurar la relación pero les fue imposible y ni siquiera el amor que alguna vez estuvo ahí los salvó. “Si han hecho todo lo posible durante el tiempo que fueron capaces, y todavía son incapaces de triunfar sobre sus angustias en la relación, deben dejarse con respeto y gratitud, y tomar las lecciones aprendidas como recompensa sagrada para utilizarlas en su próxima relación”, recomienda.

“Muchos errores pero sin remordimientos, sería una manera maravillosa de terminar cada relación que ha sobrevivido a sus lecciones. Haber recorrido un viaje que comenzó con esperanza y terminó con tristeza no es un fracaso en la vida (…) muy a menudo, cuando tienen éxito en la siguiente relación, muchas personas se dan cuenta de que su resultado positivo actual fue un resultado directo de lo que aprendieron de la relación que perdieron”, destaca Gunther.