El 21 de diciembre de 1972 se desató una de las mayores tragedias aéreas de las cuales se tenga recuerdo. Aquel día una avioneta que transportaba a un equipo de rugby uruguayo se estrelló en la Cordillera de Los Andes, dejando varios fallecidos.

Uno de los sobrevivientes fue Roberto Canessa, quien a sus 67 años -y 47 años después del accidente- cambió el deporte por la medicina y desde esa trinchera busca darle la pelea al coronavirus.

Actualmente, el protagonista de la recordada proeza andina ejerce como cardiólogo pediátrico y trabaja arduamente para brindar una ayuda a su país para salvar vidas, producto del coronavirus.

Con ayuda de dos técnicos eléctricos, Canessa comenzó a fabricar ventiladores mecánicos ante una eventual escasez de estos aparatos en Uruguay, producto del avance del COVID-19.

“Cuando vi que la gente se moría en el mundo de sed de aire, me hacía acordar a la montaña, cuando veía a mis amigos que no podían respirar y dije ‘esto no me puede pasar de vuelta’“, confesó a T13 el hombre que también es vicepresidente de una fundación para niños enfermos.

roberto canessa
Captura | Canal 13

Marcio La Rosa, uno de los colaboradores de Canessa sostuvo que le planteó la idea y de inmediato le dio luz verde al proyecto, que hoy es una realidad: han construido 17 ventiladores que se están probando en el laboratorio de neonatología de la Universidad Pública de Uruguay.

La máquina está inspirada en un modelo israelí y en un comienzo tuvo un diseño rudimentario que creó el otrora rugbista charrúa, pero luego se asoció con otros médicos para elaborar un producto más sofisticado que bautizaron como ‘Genoa’.

“Sentimos una satisfacción inmensa de poder realizar un aporte, aunque sea mínimo. Ojalá que no se necesiten”, afirmó Américo Pateta, otro de los técnicos que trabajan junto a Canessa, equipo que componen 80 vuluntarios y que buscan llegar a la meta de 100 ventiladores mécanicos.