“Tenía pánico de contagiarme en España”. Eso fue lo que motivó a Pablo Lillo (39) a adelantar su regreso a Chile desde el país europeo.

El penquista llegó a España en el momento peak de la enfermedad. No obstante, cree que se contagió en el avión, ya que cerca de él viajaba una pasajera que tosía constantemente. “Supongo que ahí pudimos caer algunos”, precisó.

“Yo técnicamente venía sano. El día viernes antes de mi viaje yo había hecho el test rápido de coronavirus y había dado negativo“, expresó a 24 Horas.

Tras llegar de Europa, permaneció en cuarentena en la casa de sus padres, en San Pedro de la Paz. Sin embargo, a los pocos días comenzó a sentir los primeros síntomas.

“Al tercer día empecé con tos. Tuve momentos en que tenía episodios de locura“, señaló, añadiendo que presentó fiebre y pérdida del gusto.

A pesar de negarse a pedir ayuda médica, llegó un punto en el que su cuerpo no resistió más, y debió ser internado en la Clínica Biobío.

Captura TVN
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“Cuando llegó a la clínica presentaba una insuficiencia respiratoria tan severa que debió ser ingresado inmediatamente a la UCI para poder se intubado y ser conectado a ventilación mecánica”, explicó la doctora Leonila Ferreira, jefa de la UPC del recinto de salud.

De este modo, Lillo permaneció 30 días internado, 19 de ellos conectado a ventilación mecánica y 16 en coma inducido.

Según la especialista, la enfermedad de base que padecía, lo convirtió en un paciente de riesgo. “En los primeros exámenes se demostró que tenía una diabetes mellitus, que probablemente es uno de los factores descompensantes para esta enfermedad y que le jugaron un poco en contra para desarrollarla de forma más grave”, detalló.

Actualmente Pablo se encuentra en su hogar, cumpliendo cuarentena. “Si esto me hubiese pasado en Valencia, con las UCIs llenas, como se analizaban las posibilidades de sobrevivir, yo no hubiese tenido acceso a un respirador. Hubiese muerto“, sostuvo finlamente.