Hace unos días en Página 7 armamos una pequeña lista con palabras que ocupamos diariamente, pero que no significan lo que pensamos. Un clásico error que pasa desapercibido en nuestro lenguaje cotidiano, pero que es bueno corregir.

Ahora encontramos más palabras que son utilizadas día a día, y que tienen definiciones distintas. Por ejemplo, ¿has ocupado la frase ‘tener pachorra’? Muchos piensan que se trata de tener valentía o ímpetu con respecto a algo. Pues adivina, no es lo que parece.

La profesora de español de la Universidad de Concepción, Steffanie Kloss Medina, explica que el Diccionario de la Lengua Española define ‘Pachorra’ como flema, tardanza e indolencia: “Sin embargo, las personas cotidianamente lo usan como aguerrido, valiente, ser impetuoso. El uso común de esta expresión lo he oído mayoritariamente de mis alumnos, quienes expresan ‘pachorra es ir con personalidad a algún lugar'”.

Otro término que también es muy propio del lenguaje criollo es ‘cototudo’, que se asocia a una situación compleja o difícil, así al menos lo define la RAE. Sin embargo, en el ámbito más juvenil, es utilizado como algo grande o notable.

Ahora bien, la siguiente palabra no es tan cotidiana, pero sí es utilizada en ciertos contextos, como los deportes: ‘conato’. Generalmente es asociado con las peleas o conflictos, por eso se aplica a cuando ocurren trifulcas en partidos de fútbol o boxeo.

“El uso correcto es para explicar un acto que se pensó realizar, pero que no llegó a concretarse, pues la acción se frustra antes de llegar a su término, por ejemplo: Conato de robo”, detalló la doctora en Lingüistica.

La profesora además agregó a la lista el uso de la palabra ‘sendo’, que normalmente se utiliza para hablar de algo grande o enorme.

“Por ejemplo: el fin de semana fui a senda fiesta. Me comí un sendo completo. Cuando en realidad el uso correcto de sendo según el Diccionario de la Lengua Española es ‘uno para cada cual’, por lo que un uso adecuado de sendo sería ‘los ladrones traían sendos cuchillos’, lo que no significa que los cuchillos sean grandes, sino que cada ladrón traía un cuchillo”, complementó.

¿Y qué pasa con los clásicos ‘edil’ o ‘bizarro’?

Recordemos que ‘edil’ no es el alcalde propiamente tal, sino más bien es un concejal o un miembro de una corporación municipal. Esto viene de los antiguos romanos, y de los trabajadores a cargo de las obras públicas.

Si este es el origen de la confusión con ‘edil’, ¿qué ocurrió con ‘bizarro’? La profesora Steffanie Kloss tiene la explicación: “Lo utilizan bastante para decir que algo es raro. Este uso se intensificó con las redes sociales y las reacciones ante videos graciosos o raros. Aunque, bizarro tiene un uso completamente distinto, ya que significa valiente. Probablemente muchos de nosotros, cuando leímos el Mío Cid, creímos que el Cid Rodrigo Díaz de Vivar era el héroe más bizarro de la época medieval al defender su honra”, detalló la docente.

¿Por qué ocurren este tipo de confusiones?

Todo esto responde a un fenómeno cultural, debido al constante traspaso de información que hay en las personas, y que permite que el lenguaje evolucione con el tiempo.

“Por ejemplo, difícilmente encontraremos a alguien que vaya a la botica a comprar remedios, que lleve una alforja para guardar objetos o que use una vianda para transportar la comida. Estos cambios hacen que la lengua sea flexible, pero obviamente no cambia de un día a otro. El problema es que, en la actualidad, las personas han incorporado cambios sin la normativa lingüística o gramatical, sino más bien solo por el uso”, explicó la docente, agregando que todo es efecto de la socialización.

En el caso particular de Chile, la profesora reconoce que no tan sólo hay fallas porque nos caracterizamos por no ser buenos lectores y escritores, si no más bien porque hay un ‘manejo inexacto de la lengua’.

“Más que despreocupación, lo que abunda es la ignorancia, pues en algunos casos, las personas ni siquiera conocen la norma. Si solo existiera despreocupación, no sería tan aberrante, porque estaríamos hablando de faltas, es decir, conocen la norma, pero no la aplican por olvido. En nuestro caso, creo que no es falta, sino error, pues los hablantes no conocen las reglas gramaticales”, agregó la Doctora en Lingüística.