En 1995, el psicólogo y escritor Daniel Goleman presentó su texto Inteligencia emocional, donde abarca un sinfín de temas relacionados a este concepto, y que él define como un conjunto de habilidades entre las que destacan el autocontrol, el entusiasmo, la empatía, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo.

Si bien algunas las heredamos, lo cierto es que varias de ellas podemos moldearlas y perfeccionarlas a lo largo de nuestra vida, pues está demostrado que las habilidades emocionales son susceptibles gracias a las experiencias que vamos enfrentando en nuestro desarrollo.

Hablando en términos más amplios, la Inteligencia Emocional (IE) puede marcar la diferencia entre un comportamiento aceptado socialmente y otro que se encuentre fuera de esta norma, y en muchas ocasiones el no saber responder adecuadamente ante distintas situaciones tiene que ver justamente con el nivel de IE que manejamos.

En este punto coinciden Jose M. Mestre, psicólogo y profesor de Motivación y Emociones de la Universidad de Cádiz, y Kimberly A. Barchard, profesora asociada de psicología cuantitativa de la Universidad de Nevada, quienes en un artículo publicado en la web especializada The Conversation, detallaron cuatro puntos para descubrir qué nivel de IE tienes.

La Inteligencia Emocional es, esencialmente, la manera en que percibes, entiendes, expresas y manejas las emociones. Y es importante porque mientras más entiendas estos aspectos de ti mismo, mejor será tu salud mental y tu comportamiento social“, advierten los expertos.

Como mencionábamos anteriormente, para ayudarte a identificar tu nivel de IE, los especialistas determinaron cuatro signos fundamentales.

1.- Pensar en sus reacciones

Está demostrado que las emociones nos pueden ser útiles para un buen funcionamiento personal y social, sin embargo, también es un hecho que muchas veces estas sensaciones pueden abrumarnos y reaccionamos de una manera de la que más tarde nos arrepentimos.

Es por eso que las personas que carecen de IE son más propensas a reaccionar impulsivamente antes de evaluar los pros y los contras de una situación para una reacción más pensada.

Si ese es el caso, advierten los psicólogos, estas personas tienen más probabilidades de tener dificultades para funcionar socialmente, lo que puede exacerbar los sentimientos depresivos.

2.- Ver las situaciones como un desafío

Mestre y Barchard comentan que si somos capaces de reconocer nuestras emociones negativas y observamos las situaciones difíciles como un desafío, enfocándonos en lo positivo y perseverante, probablemente es porque tenemos un alto nivel de IE.

Para lo anterior describen un ejemplo que de seguro muchos han experimentado. En el caso de perder el trabajo, una persona emocionalmente inteligente, más allá de lo sorpresivo que puede llegar a ser, puede percibir sus emociones como señales que exigen un actuar distinto, ya sea para enfrentar nuevos desafíos que se vienen como también para controlar pensamientos y sentimientos negativos.

Por el contrario, alguien con bajas habilidades emocionales “podría reflexionar sobre la pérdida de su trabajo, llegar a pensar en sí mismo como irremediablemente desempleado y caer en una depresión”, explican.

3.- Modificar sus emociones

Evidentemente siempre existen situaciones en que nuestros sentimientos pueden dominarnos, sin embargo, los especialistas indican que si una persona es emocionalmente inteligente, probablemente podrá poner en marcha las habilidades necesarias para modificar estas emociones en el momento o en una ocasión futura. Es por eso que las habilidades emocionales siempre son susceptibles de mejorar.

“Por ejemplo, si bien los niveles promedio de ansiedad pueden mejorar el rendimiento cognitivo, probablemente al aumentar el enfoque y la motivación, demasiada ansiedad puede bloquear el logro cognitivo. Por lo tanto, saber cómo encontrar el punto óptimo, entre demasiada y muy poca ansiedad, puede ser una herramienta útil”, explican los académicos.

Es por eso que la moderación es “clave cuando se trata de manejar nuestras emociones y las personas emocionalmente inteligentes lo saben y tienen las habilidades para modificar sus emociones de manera apropiada”, por ende, la inteligencia emocional estaría relacionada directamente con niveles más bajos de ansiedad.

4.- Ponerse en el lugar del otro

Respecto a las habilidades comentadas en los puntos anteriores, si usted es de las personas que puede extender estas habilidades más allá de su propio funcionamiento, entonces puede ser una señal de que tiene “altos niveles de IE”.

Según los expertos, la IE es fundamental en puestos de trabajo que a veces requieren una mayor “demanda emocional”, y en los que los trabajadores deben manejar sus emociones de acuerdo a las reglas de la organización.

“Esto puede incluir trabajos de servicios, donde los trabajadores necesitan empatizar con los clientes, a pesar del hecho de que los clientes puedan estar gritándoles”, ejemplifican los psicólogos.

Es por eso que no resulta extraño que uno de los entrenamientos más efectivos en este tipo de trabajos sea el manejo y la expresión de emociones, pues están directamente vinculadas a la comunicación y el desempeño laboral.

Por último, es importante destacar que si no has reconocido alguno de estos rasgos mencionados anteriormente, ten la seguridad que puedes trabajar cada uno de ellos. La IE es “una capacidad cognitiva que puede mejorar a lo largo de su vida. No temas, todavía hay tiempo para que trabajes en ella”.