El tabaco es uno de los principales factores de envejecimiento prematuro. El daño ocasionado por este elemento no tan solo es a nivel de enfermedades como el cáncer, sino que también a la piel.

Por lo mismo, y en el marco del Día Mundial sin Tabaco, es que es oportuno aclarar las consecuencias de este elemento para la salud.

Uno de los principales efectos del tabaco se traduce en la deshidratación de la piel y su aspecto envejecido, ya que su oxigenación disminuye, brindándole un aspecto desnutrido y opaco.

“Las arrugas de los fumadores son diferentes a las de los no fumadores: son mas estrechas, profundas y con contornos bien marcados. Los fumadores de 40 a 49 años tienen una probabilidad de arrugas idénticas a las de los no fumadores de 60 o 70”, asevera la Dra. María José Silva, Máster en Medicina Antienvejecimiento y Longevidad de la Universidad de Barcelona, de la clínica Medical B&S.

Asimismo, agrega que el consumo de tabaco también tiene efectos nocivos en el cabello, el cual se vuelve quebradizo, pierde su luminosidad y altera su crecimiento.

La nicotina provoca alteraciones en la circulación sanguínea y disminuye la cantidad de oxígeno a los tejidos periféricos y la respuesta inmunológica, lo que altera completamente los procesos de cicatrización de la piel. Esto resulta riesgoso en aquellos pacientes que son fumadores y que serán sometidos a una cirugía.

Finalmente y lo más importante, es que el tabaco es un importante factor de riesgo en diferentes cánceres. Los fumadores con diagnóstico de melanoma, tienen un peor pronóstico que los no fumadores.

La diversidad de componentes químicos del tabaco (más de 4000 tóxicos) tienen entre ellos mas de 300 sustancias con gran potencial cancerígeno, lo que hace que la cantidad de problemas de salud relacionados con su consumo sea muy amplia.