El abanico de opciones para el vestuario femenino de la próxima primavera-verano será amplio: la mujer podrá llevar un elegante polo, un vestido de flores y volantes o una gabardina que se convierte en cazadora, según las tendencias de la Semana de la Moda de París.

– El polo se asienta en el vestuario femenino –

Inventado por René Lacoste en los años 1930 cuando arrancó las mangas de su camisa para jugar más cómodamente al tenis, el polo se fue introduciendo en el vestuario diario masculino y empieza a ser también un clásico femenino.

La firma del cocodrilo, que regresó a París después de 13 años de desfiles en Nueva York, rindió homenaje a su prenda fetiche combinándola con un jean de cintura alta, una falda tubo e incluso revisitándola, al convertirla en un vestido escotado en un hombro.

El polo estuvo muy presente en el desfile de la influyente firma parisina Atlein, que lo dotó de una cremallera en el escote o lo alargó dándole una función de vestido. Y/Project, otra marca de la capital francesa, se sumó a la tendencia.

Alain Jocard | AFP
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– Volantes –

Desde las dulcineas de Giambattista Valli hasta la mujer sensual de Balmain y la punki de Alexander McQueen, la pasarela parisina celebró los volantes en vestidos, camisas y faldas.

Valli, que se inspiró para su colección en la princesa italiana Nancy Ruspoli y su historia de amor con el pintor Mario Schifano, propuso vestidos largos y vaporosos, con motivos florales y bordados, y volantes por doquier.

Isabel Marant y Sacai también echaron mano de este adorno tan femenino, especialmente en vestidos y camisas blancas con encajes, así como la vanguardista firma Comme des Garçons.

Patrick Kovarik | AFP
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– Blanco y negro –

Junto a los estampados florales y los tonos pasteles característicos de las colecciones de primavera-verano, los diseñadores apostaron fuerte por las prendas y conjuntos en blanco y negro.

Balmain combinó faldas y pantalones de cuero negro bañado en brillo con camisetas blancas. En suéteres y faldas tubos, las rayas bicolores cobraron protagonismo.

La firma japonesa Junya Watanabe lo concibió casi todo en blanco y negro: rayas, topos, curvas, dameros (…), mientras la estadounidense Altuzarra apostó por la combinación de líneas de ambos colores, finas o gruesas.

En este juego de damas, la firma Sonia Rykiel eligió el estampado de cuadros pequeños bicolores, impresos en una chaqueta, un pantalón o una falda. Gyvenchy, Saint Laurent, Off-White y Masha Ma lanzaron igualmente propuestas en blanco y negro.

Christophe Simon | AFP
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– Uso doble –

La imaginación voló a la hora de confeccionar prendas dobles o con mangas desplazadas.

Así, el diseñador iconoclasta Demna Gvasalia combinó para Balenciaga una gabardina con una cazadora tejana, fusionándolas por el cuello, ofreciendo así la posibilidad de llevar uno u otro en función del momento. Ídem para un conjunto de chaqueta de cuero y chaqueta de terciopelo acolchada, o para un camisón y un albornoz.

Céline también jugó a su manera con los dos en uno, como una gabardina que se prolonga hasta formar una capa.

Sacai desplazó las mangas al pecho, anudándolas sobre un vestido corto y Lacoste las cosió a un polo a modo de suéter colocado por encima de los hombros.

Patrick Kovarik | AFP
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– Pegado al cuerpo –

Si en los últimos dos años el estilo extragrande y holgado -hasta el punto de borrar por completo la silueta femenina- se impuso en las pasarelas, los diseñadores afilaron las tijeras para la próxima primavera-verano. La inmensa mayoría de las colecciones recobraron así un “look” más clásico y llevadero.

La nueva visibilidad de las curvas coincidió además con el desfile de varias modelos de talla grande o simplemente menos delgadas de lo habitual, como en el caso de Chanel, Alexander McQueen, JOUR/NE y Koché.

Christophe Simon | AFP
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