La noche del jueves, en horario prime, TVN estrenó la tercera temporada del programa Sin parche, a cargo de Santiago Pavlovic.

El encargado de abrir este nuevo ciclo con su impactante historia fue el humorista Jorge ‘Chino’ Navarrete, cuya vida tuvo episodios demoledores. Hoy en día vive en Limache con sus cuatro gatos, y ahí recibió inicialmente a las cámaras del programa.

“A los diecisiete años el alcohol comenzó a atraparlo, a los veintitrés lo llevaron como prisionero de guerra, le patearon los testículos y después lo pusieron en un paredón para fusilarlo. A los veintiséis ya era un alcohólico… Y luego el éxito, la fama, volver a la universidad y convertirse en psicólogo y, claro, la enfermedad maldita…la angustia y otra vez al sol batiéndose con la muerte”, fue parte de la introducción que dio el conductor del espacio.

Jorge Chino Navarrete
Captura | TVN

El cáncer y la pandemia

Hace 7 años, al humorista le diagnosticaron cáncer a la próstata. El médico le vaticinó cuatro años de vida.

Con el estallido social y la pandemia, se cayeron todos sus proyectos laborales e ingresos, y no tenía suficiente dinero para comprar Enzalutamida, el costoso medicamento que necesita para combatir el cáncer.

Pero logró nuevamente darle la vuelta al destino: aprovechó sus estudios de psicología, sus duras experiencias de vida y su capacidad de resiliencia, y se dedicó a realizar charlas motivacionales.

Durante la crisis sanitaria, escribió El Secreto de un Chino sin Corona, una obra que practica con dos músicos en el restaurante de un amigo, con composiciones propias. Incluso Pavlovic se animó a cantar a dúo con él.

Sin parche
Captura | TVN

Regreso al pasado

Acompañado por Santiago Pavlovic, ‘Chino’ Navarrete también regresó a Pisagua, donde pasó cerca de 40 días como prisionero de guerra en 1973. Su activismo político hizo que se lo llevaran junto a otros detenidos en la bodega de un barco, donde creyó que moriría con una soga al cuello, arrojado al mar con una piedra.

En cambio, llegó a una cárcel donde no había camarotes, solo celdas vacías, comentó en Sin parche.

Al término de su infierno en ese lugar, Jorge confesó que miraba ansioso por un agujero hacia el mar, esperando el barco que lo llevaría de vuelta. “Podemos estar en la cárcel más oscura, pero siempre habrá un orificio por donde entre una esperanza”, reflexionó.