Un Óscar, un Globo de Oro y un SAG Awards por su impecable rol en L.A. Confidential, marcaron la carrera de la actriz Kim Basinger en los 90′, sin embargo, 11 años antes su vida quedaría marcada por una cinta -a estas alturas- de culto.

Hablamos de la película Nueve semanas y media, protagonizada por Basinger y el actor Mickey Rourke. Si bien el filme recibió duras evaluaciones de la crítica especializada de esos años, con el paso del tiempo se convirtió en una producción icónica de mediados de los 80.

Pero pocos sabían de la dramática y perversa historia que escondía la filmación de la cinta, y que fue orquestada por su desquiciado director Adrian Lyne.

Con éxitos anteriores como Foxes -con Jodie Foster- y Flashdance, Lyne tenía un ambicioso nuevo proyecto entre manos. La adaptacion de una novela autobiográfica de Elizabeth McNeil (seudónimo de Ingerborg Day), y que cuenta la historia de dos amantes -Elizabeth y John- que dan rienda suelta a una pasión sexual desenfrenada que raya en la perversión y sadomasoquismo.

El casting contemplaba a actrices de larga trayectoria como Jacqueline Bisset e Isabella Rossellini, sin embargo, Kim Basinger se presentó igualmente y desde entonces comenzó su martirio.

En esa misma instancia, Lyne le dio indicios de lo que se venía para ella en el set de grabación. El director solo le daba las órdenes a Mickey Rourke y a ella la ignoró por completo, solo le pidió personificar a una prostituta que gateaba tras los billetes que arrojaba su pareja, hasta que él dijera ‘corte’.

Se supone que cuando Basinger salió de esa prueba aseguró que no participaría, sin embargo, cuando llegó a su casa y encontró 24 rosas rojas y una carta firmada por Lyne y Rourke, aceptó el papel.

Comienza la pesadilla

De acuerdo a un artículo del New York Times, Lyne había diseñado una estrategia para llevar al límite a Basinger y así conseguir mayor realismo en la interpretación de su rol como Elizabeth.

Primero, no quería que Rourke y Basinger se comunicaran y menos convertirse en amigos. Prohibió salidas a comer y cualquier tipo de contacto extralaboral entre ambos. “Ella debía tenerle miedo” y necesitaba crear “una sensación de terror” en Basinger, para que sus expresiones de miedo, sorpresa y excitación sexual entre ella y su amante fueran más creíbles.

No quería que tuvieran ninguna relación que me excluyera. Quería que las diez semanas del rodaje de la película fueran como las nueve semanas y media de la relación”, dijo.

Segundo, se propuso grabar las escenas en orden cronológico, apostando por un deterioro físico y psicológico natural de Kim, al igual que su personaje.

Según Lyne, estas exigencias eran justificadas por la pantalla. “Los límites los definen sus participantes. Si alguno de los participantes no puede hacer frente, se mostrará en una película. Ambos serían casos perdidos. Se derrumbarían. ¿Qué pasa si la escena exige que se derrumben? Entonces es legítimo. Lo estás haciendo por la pantalla“, afirmó.

nueve semanas y media
Kim Basinger en una de las escenas

Por su parte, Basinger aseguró que “Adrian quería que yo reaccionase exactamente como reaccioné, porque el personaje de Elizabeth era así, ingenua y transformada después por un hombre en lo que él quería de ella”.

Probablemente el punto más álgido de esta perversa dirección, se vivió durante una escena que finalmente no quedó en la versión final, precisamente por su fuerte contenido.

En la cinta, los amantes suscribirían un ‘pacto suicida’ orquestado por John, en el que la obliga a tomar unas pastillas. Claro que cuando esa escena iba a ser grabada, Kim lucía muy bien para interpretar a una mujer devastada, por lo que dio paso a otra macabra idea.

“Estábamos filmando la escena del suicidio, y se suponía que esta mujer estaba totalmente devastada en este momento, pero Kim se veía hermosa y fresca. Me detuve y llamé a Mickey a un lado. Le dije que la escena no estaba funcionando, que Kim tenía que ser destruida“, recordó el director.

Fue entonces que Rourke volvió al set dispuesto a conseguir lo que Lyne quería. Agarró del brazo a Kim, lo sostuvo con fuerza y no lo soltó hasta que ella se desesperó. Gritó, lo golpeó y él le devolvió la cachetada, lo que supuso un llanto incontrolable. Recién ahí Lyne decidió comenzar a filmar.

Kim Basinger no se arrepiente

Si bien el director aseguró que esta metodología de trabajo no fue una alianza sádica entre Mickey y él, pues Kim estaba al tanto de lo que pasaba, la verdad es que trajo duras consecuencias para ella y su relación de matrimonio con el maquillador de Hollywood Ron Snyder.

“Mickey me estaba incitando, a veces lo odiaba. Me confundí. No supe quién era después de un tiempo. Mi esposo y yo lo pasamos mal durante esta película“, dijo Basinger, agregando que la constante tensión la agotó emocionalmente y también a su pareja.

“Creo que las tensiones, la comprensión del material que se está haciendo, habría lastimado a cualquier pareja. Lo descuidé emocionalmente durante todo un año. Simplemente no me quedaba nada para entregarle, y no puedes hacer eso en una relación“, señaló. Dos años más tarde se divorciaron.

Kim aseguró que nunca entendió completamente el nivel de manipulación de Lyne y Rourke hasta después de la filmación, aunque varias personas le advirtieron. “Pensé que para el personaje tenía que mantenerme derrotada y un poco ingenua. Si alguna vez me hubiese detenido a cuestionar o si ya no hubiese creído en Adrian, habría sido un desastre”, comentó.

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Elizabeth y John | ‘Nueve semanas y media’

Pese a toda esta pesadilla que podría significar para muchos actores y actrices, Basinger señaló en más de alguna entrevista que igualmente valió la pena.

“Creo que si eres un artista de cualquier tipo, si quieres tratar de sobresalir, hay dolor. Sería difícil decir si lo volvería a hacer, pero finalmente tendría que decir que sí. No porque me guste el dolor, sino porque me llevó -en cierta manera- a un nuevo punto. No sé si había alguna otra forma de conseguir algunas de estas emociones de forma convencional. La película que filmamos, no me refiero a la película que se estrenó, no era una película convencional”, reflexionó.

No siempre estuve de acuerdo con la forma en que Adrian manejaba las cosas. Hubo momentos en que me preguntaba si él no era un ser humano enfermo, si no estábamos todos enfermos para hacer esto, pero al final enfrenté mi propio miedo y lo superé”, dijo.

Cabe señalar que la versión estadounidense incluye varias censuras a escenas que -tanto el director como los distribuidores- consideraron que no serían bien recibidas por el público norteamericano. En tanto, la versión europea y la del VHS sí incluían escenas de alto calibre sexual y violencia.