Mientras el programa estaba en el juego del Rosco, Julián Elfenbein le preguntó a Mario Cuche qué pensaba sobre la situación del país. “El otro día le preguntaba a la Andrea (con quien compitió) y ella con mucha emoción hablaba”, le dijo el animador de Pasapalabra.

“Uh, la pregunta larga y compleja. Qué bueno que lo pregunten, yo creo que es súper lindo que este tema se esté tocando a nivel país, y en los programas de televisión también. En Lican Ray (donde vive) también nos manifestamos, como seguramente en miles de pueblos, donde no hay cámaras, pero sí salimos a cacerolear y a protestar”, comenzó expresando.

Y continuó: “Ya que me lo preguntas, solamente me gustaría compartir una reflexión muy cortita. Yo creo que las demandas, lo que la gente quiere más o menos es transversal y comparten los valores que se piden. Pero yo quería hacer una reflexión con respecto a la revolución de la empatía, hay muchas revoluciones que están ocurriendo, la de la empatía es la que más me gusta a mí“.

“Yo la ejemplifico en que ahora para los chilenos es más fácil que nunca empatizar con los mapuches, después de un mes de sentir una represión que ellos sienten hace décadas y siglos; para los hombres, es más fácil que nunca empatizar con las mujeres con esa noción de que ‘nos están matando’; pero después de un mes, en el cual han muerto 20 personas que son parecidas a ti, podemos empatizar con esa noción de ‘nos están matando'”, añadió.

Además, aseguró que ahora “podemos empatizar con los niños del Sename y jóvenes que son la mayoría detenidos en las protestas, y con las personas que les reventaron sus negocios pequeños y, por último, y los más bonito, es que todos los vecinos estamos saliendo a la calle a conversar”.

A su juicio, “eso es lo que le da tanto poder a esta revolución, el hecho de saber que no estamos peleando por cada uno, sino que por nosotros y por los de al lado”.

Sus palabras generaron inmediatos aplausos en el público y un comentario de Julián, quien destacó su reflexión, recalando además que en su programa importa la meritocracia, pues los participantes no asisten por pituto, sino por sus conocimientos.

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