La historia de Pablo Otárola impactó a todos en 2015. El jugador de Deportes Temuco chocó con un camión mientras se dirigía a Talcahuano a visitar a su familia. Si bien en un principio quedó en coma, y estuvo al borde de la muerte, el exfutbolista logró salir adelante.

Por bastante tiempo se mantuvo conectado a una máquina para respirar y hoy ya no depende de ella, sin embargo, no puede hablar y se comunica solo por gestos. También ha vuelto a ponerse de pie pero poco a poco, pues sigue postrado.

Su hermana, Johanna Otárola, contó a La Cuarta que Pablo se conecta cada vez más con su entorno y se pone contento por sus avances. “Hace gestos de que nos quiere hablar, se alegra cuando lo van a visitar porque se da cuenta de todo. Para todos es un milagro lo de Pablo, él ha dado lo máximo para salir adelante, porque los doctores nos dijeron que viviría seis meses, pero llevamos cinco años avanzando”, comentó.

Seis horas de kinesiología es lo que hace el exdefensa, y aunque la isapre cubre un 70% del gasto, su familia ha tenido que gastar bastante dinero en su recuperación. Asimismo, excolegas y el SIFUP aportan con los pañales anualmente.

Su hermana contó que afortunadamente la mente de Pablo sigue funcionando y él ha hecho todos los esfuerzos para mejorar. Su ánimo está mejor y se pone muy feliz cuando juega con sus sobrinos. “Los sigue con la mirada, hace el esfuerzo de intentar hablarles, su mente sigue funcionando, se acuerda de lo que le pasó, de sus amigos, de lo que vivió en el fútbol“, contó la mujer.

Eso sí, confesó que a veces cuando le muestran videos antiguos, “se pone un poco triste y cierra los ojos, pero le entretiene ver fútbol, tener visitas que lo hagan sentir vivo y pleno”.

El que Pablo se haya puesto de pie fue el avance más emocionante que han vivido como familia. Lo que obviamente ha ayudado a su estado de ánimo pues según Johanna, Pablo “siempre se toma todo con humor”.

Sus amigos tampoco lo han olvidado y siempre están preguntando por él, dijo la mujer. “Algunos nos vienen a dejar cosas, los que están lejos le hacen videollamadas, disfruta mucho esos momentos, porque ellos también han vivido este proceso, pero ahora todos tienen visitas restringidas“.

Y es que la condición de Otárola sigue siendo la de un paciente de alto riesgo, por lo que solo los kinesiólogos y su familia están con él. “Sabe lo que pasa y lo pone triste, pero queremos tenerlo con nosotros por muchos años”, cerró Johanna.