“Él sabe lo que pasó. Yo sé lo que pasó y sólo uno de nosotros dice la verdad y sé que soy yo (…) Imploro a la gente de Reino Unido que se ponga de mi lado, que me ayude a pelear esta batalla, que no acepte que esto está bien”.

Estas fueron parte de las declaraciones que dio a la BBC Virgina Giuffre, la mujer que acusó al príncipe Andres de haberla obligado a tener relaciones sexuales con él cuando tenía 17 años.

De acuerdo a su relato, en ese entonces Jeffrey Epstein —quien se suicidó en la cárcel federal de Nueva York en agosto pasado tras ser acusado por pederastia— y su novia Ghislaine Maxwell, la llevaron a la sección VIP del club nocturno Tramp y le presentaron al duque de York.

“Andrew me preguntó qué quería beber (…) Luego me pidió que bailara. Es el bailarín más horrible que he visto en mi vida (…) Estaba sudando sobre mí, como si su sudor estuviera lloviendo básicamente en todas partes. Me asustó mucho, pero sabía que tenía que mantenerlo feliz porque eso es lo que Jeffrey y Ghislaine esperaban de mí”, contó.

Ante estas declaraciones, el Palacio de Buckingham nuevamente salió a “apagar el fuego” con un comunicado, en el que desmienten los hechos relatados por Giuffre.

“Negamos enfáticamente que el duque de York tuviera cualquier contacto sexual o relación con Virginia Roberts (su nombre de soltera). Cualquier afirmación contraria es falsa y sin fundamento”, afirmaron.

La Reina devastada

Las acusaciones contra el príncipe Andrés dejaron con el corazón roto a su madre, la reina Isabel II. Al menos así no han informado diversos medios británicos.

Marlene Koenig, reportera experta en realeza aseguró al portal Express que no cabía duda que la monarca está triste por su hijo, pero también lo está por la imagen que está dejando de la Familia Real.

En este contexto, Koenig indicó que Isabel II tenía que pensar con los “dos sombreros”, es decir, debía enfrentar la situación como madre, pero también como Reina.