Tras el caso de Ethan Lindenberger, un joven de 18 años quien en un acto de rebeldía decidió vacunarse ante la oposición de sus padres, es que resurgió nuevamente el tema de las personas no quieren que sus hijos reciban ese tipo de medicamentos.

Así es como en 2017, un niño de 6 años de Oregon, Estados Unidos, debido a un simple rasguño en su frente, se transformó en el primer caso de tétanos pediátrico en el estado, en más de 30 años.

Según consignó Publimetro y el medio estadounidense Statnews, el menor se encontraba jugando en una granja cuando pasó a llevar un metal oxidado que le ocasionó un corte superficial.

Pese a que sus padres lo curaron y esperaron que la herida sanara, con el paso de los días empeoró y el pequeño terminó internado en la unidad de cuidados especiales, con riesgo de muerte.

El diagnostico era claro, y una de las doctoras tratantes, Judith Guzman-Cottrill, especialista del Hospital de Niños Doernbecher OHSU en Portland, especificó que debió pasar semanas acompañándolo, pues era mantenido sedado en una habitación oscura, usando tapones para los oídos para bloquear el ruido, pues su cuerpo se tensaba al hablar cerca de él una con voz normal.

Judith dijo que: “Nunca pensé que vería un caso de tétanos severo en los Estados Unidos” y continuó: “ese fue un punto sorprendente para mí”, asegurando que el niño en ese momento estaba sufriendo.

Pese a las graves consecuencias de no vacunar a su hijo, los padres del menor negaron a los médicos que lo hicieran contra otras enfermedades.

Finalmente, la cuenta médica ascendió a US$800 mil (más de 537 millones de pesos chilenos), tras una infección que podría haberse prevenido completamente con la vacuna.