Durante años el cuerpo humano ha sido material de dudas dentro del universo científico, ya que hay algunas de las partes del organismo que han sido más difíciles de estudiar.

En este sentido, el apéndice siempre ha estado en el debate, ya que no se sabía con precisión cuál era la función de este pequeño ‘cilindro’ que se encuentra adherido al intestino grueso, por lo que ha sido catalogado de ‘inútil’ durante mucho tiempo.

Pero la suerte de este órgano -que muchas veces es extirpado del cuerpo- cambió, luego de que un reciente estudio determinara cuál es la función que cumple, ya que por ahora sólo ha dejado a más de alguno con una cicatriz abdominal por culpa de apendicitis.

El trabajo en conjunto de un grupo de investigadores de la Universidad de Midwestern de Arizona (Estados Unidos), del Centro Médico de la Universidad de Duke en Carolina del Norte, también de la Universidad de Stellenbosch en Sudáfrica y el Museo Nacional de Historia Natural de Francia; concluyeron que el órgano cumple la función de ser un reservorio de bacterias intestinales beneficiosas.

El descubrimiento se realizó luego de una investigación a diferentes grupos de animales que tienen y no tienen el apéndice. En ellos se descubrió que, una vez aparecido en la línea evolutiva de una especie, este no volvía a desaparecer, por lo que debía tener una función adaptativa para el organismo.

Así lo realizó la profesora asociada a la investigación, Heather Smith, de la Facultad de Midwestern. La experta, que participó en el sondeo, analizó los intestinos y las características ambientales de 533 mamíferos diferentes, para conocer más sobre el apéndice.

Apéndice
Apéndice

El estudio, recogido por el diario británico Independent, señala que los animales con este órgano tienen mayor concentración de tejido linfoide en el intestino, el que une las dos partes de este; el intestino delgado con el grueso.

Para Smith dicho tejido cumple un rol importante en cuanto a inmunidad, además de estimular el crecimiento de algunos tipos de bacterias beneficiosas que se almacenarían en este pequeño órgano.

En este sentido, la investigadora sostiene que una persona a la que se la ha extirpado el apéndice tardaría “un poco más en recuperarse de una enfermedad”, particularmente aquellas donde “las bacterias intestinales beneficiosas han sido expulsadas del cuerpo”, sin embargo, no hay nada de qué temer.

En general, las personas que se han sometido a una apendicectomía tienden a ser relativamente más saludables y no tienen mayores efectos perjudiciales”, afirmó la científica, pero el descubrimiento abrió otra línea investigativa: “El exceso de sanitización y la higiene excesiva“, ya que una de las principales causas de apendicitis tiene que ver con una inmunidad poco desarrollada.

La exposición a patógenos y agentes infecciosos, como bacterias y virus, es importante para los procesos normales de desarrollo del sistema inmune“, agregó la experta, que sostiene que el sistema inmunitario puede volverse hipersensible. La hipótesis se utiliza también para justificar el asma y las alergias, según consignó BioBioChile.

“A medida que se desarrollan tratamientos para otros trastornos y respuestas autoinmunes, es posible que se desarrolle algo similar para tratar la apendicitis”, explicó sobre el órgano cuyas medidas son de 5 a 10 centímetros de largo, y de 6 a 8 milímetros de diámetro.

Cabe precisar que fue una investigación similar en 2007 lo que motivó a que Heather a preguntarse si el órgano había evolucionado para cumplir esta función, ya sea en humanos o en los diferentes mamíferos que lo poseen, como conejos, primates o wombats.